Para el camino se hace necesario buscar, cada día, un espacio donde sentarnos a tu lado, Señor, y contemplarte, escucharte y pedirte lo necesario para sostenernos firmes en nuestro camino de cada día. Es muy importante agotar nuestras reservas de cada día para empezar de cero al día siguiente. Y muy necesario experimentar la necesidad de buscarte y de sentarnos a escuchar tu Palabra.
En el Evangelio de hoy, María, la hermana de Marta, nos enseña el camino. Eso no significa que el servicio y la atención a los demás sean muy importante. Lo son, pero nunca alejados de la escucha atenta a tu Palabra, Señor, fortaleza y lámpara para el camino de nuestra vida. Así advirtió Jesús a Marta cuando requería la ayuda de su hermana María. Todo tiene su lugar, y la Palabra debe ser centro de nuestra vida, porque es ella la que nos guia, nos fortalece y nos colma de esperanza y alegría.
Pidamos esa escucha de cada día a la Palabra del Señor y esa sabiduría de saber que es su Palabra lo más importante y centro de nuestras vidas. Porque, la Palabra nos marca, nos indica y señala el camino por donde llegamos a la Casa del Padre. Y porque, la Palabra nos da la fortaleza para dar el servicio y la atención por amor a todos aquellos que encontramos en el camino de nuestra vida.
Pidamos, también, la voluntad de sobreponernos a todas aquellas adversidades y obstáculos que nos tientan debilitándonos y metiéndonos en una profunda pereza y abandonos a la desmesura de las pasiones y placeres que nos alejan de la presencia de Dios y de la escucha atenta de su Palabra. Y que nos dejan a merced del príncipe de este mundo que nos lleva a la perdición y la muerte.
Porque, Tú y yo estamos llamados a la Vida, y no una vida normal y temporal, sino a una Vida Eterna en plenitud y en la Gloria de Dios Padre. Amén.
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