Saber que esconde mi corazón es saber que es lo que realmente busco en mi vida. Porque, dentro de mi corazón estará el verdadero tesoros que moverá mi vida hacia su búsqueda insaciable. El riesgo será que encontrado ese supuesto tesoro no me sacie eternamente. ¡Eh ahí el problema! Porque, de no saciarme eternamente estoy buscando en lugar equivocado.
Un verdadero Tesoro tiene que cumplir con ese inmenso deseo de felicidad que arde dentro de mi corazón. Un deseo que colme todas mis ansias eternamente, porque, de no ser así, el tesoro es un espejismo que distorsiona mi visión y me engaña. Es lo que suele pasar con todas las cosas que nos ofrece el mundo y que, saciándonos temporalmente, nos dejan después peor. Tendremos que estar muy atentos y vigilantes para discernir bien y buscar el único y verdadero Tesoro que nos colme de verdadero gozo eterno.
Y como somos pecadores y sujetos al error pidamos a nuestro Padre Dios que nos dé la sabiduría necesaria para buscar en el campo donde podamos encontrar ese único y verdadero Tesoro. Y la fortaleza y voluntad necesaria para dejar todo lo demás y entregarnos a la búsqueda de ese Tesoro. Por lo tanto, pidamos la Gracia para movernos, para buscar y para descubrir ese Tesoro que llevamos escondido dentro de nosotros. Un Tesoro que encontraremos a través del seguimiento de la Palabra de Dios y nuestra disponibilidad a la acción del Espíritu Santo.
Pidamos sin descanso, porque nos lo ha dicho el Señor: Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Por lo tanto, ¿a qué esperamos? Tengamos confianza en el Señor y pidamos insistentemente, porque lo que el Señor nos ha prometido lo cumplirá. Amén.
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