Creo, al menos lo digo por mí, no somos consciente de la oración del Padrenuestro. Y cuando digo que no somos consciente me refiero a que cuando lo pronunciamos no caemos en la cuenta de lo que realmente decimos. Es algo que nos sale como por inercia, rutina y costumbre, porque, ¿realmente nos damos cuenta de que le llamamos a Dios Padrenuestro. Y no sólo eso, sino que todo lo que viene detrás son palabras huecas que no tienen correspondencias en nuestras vidas.
Decimos Padrenuestro, pero, ¿nos sentimos hermanos los unos de los otros? No hace falta sino levantar nuestra mirada y mirarnos unos a otros. ¿Cómo es posible que haya tantas injusticias a nuestro derredor? Precisamente, este mes de junio estamos rezando, sugerido por el Papa Francisco, para que aquellos que administran la justicia obren con integridad, y para que las injusticias que atraviesan el mundo no sea la última palabra. ¿Cuántos están preocupados por eso y cuántos rezan esta oración?
Y si seguimos analizando lo que decimos en el Padrenuestro podemos preguntarnos, ¿cómo santificamos el nombre de Dios? Quizás, y son minorías, con una misa a la semana, una media hora y poco, y a lo nuestro. Y hasta el próximo domingo. Pero, eso no es lo peor, sino la actitud que guardamos durante la semana en los ambientes en los que vivimos. ¿Buscamos el Reino de Dios? ¿Hacemos su Voluntad? Perdonamos las ofensas que nos hacen, incluso los enemigos? ¿Y tratamos de apartarnos de las situaciones que nos incitan a malos pensamientos, tentaciones y ocasiones de pecado?
Pidamos al Señor que nos ayude a ser más conscientes de nuestras palabras y a ser más coherentes con nuestras vidas según su Palabra. Pidamos, busquemos y toquemos, tal como Él nos anima hoy en su Palabra para que recibamos, encontremos y abramos nuestros corazones a estar disponible y en actitud de dejarnos moldear por su Espíritu. Amén.
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