Sucede que cuando tenemos algo delante de nuestra vista que no podemos negar y no queremos aceptarlo tratamos de justificarlo alegando causas extrañas que lo justifican. Así, ante la evidencia de los milagros de Jesús tratan de justificarlo a poderes diabólico atribuidos al príncipe de los demonios. Y hoy ocurre lo mismo, buscamos cualquier excusa para justificar nuestro rechazo a creer en la Palabra de Dios.
Y no nos faltan justificaciones, dudas y pruebas que nos hagan poner en tela de juicio el Poder del Señor. Y eso es así porque nuestro Padre Dios quiere, pues Él tiene poder para iluminarnos y que veamos claro. Pero, eso nos quitaría lo meritorio que el Señor ha dejado en nuestras manos, la capacidad de elegir y de optar por creer en su Palabra y disponer nuestra vida a su servicio. Si algo nos salva es la fe, y esa fe está, de alguna manera en nuestras manos, es decir, la opción libre de ponernos en Manos del Señor para que Él nos ilumine y nos dé el don de la fe.
Y eso es lo que ha sucedido en muchos de los que creen en el Señor y han abierto sus corazones a su Palabra. Y eso es lo que pedimos para todos nosotros y para los que siguen empecinados en cerrar sus corazones a la Palabra del Señor. Señor, aumentanos nuestra fe para que seamos capaces de seguirte con verdadera firmeza y decisión. Danos, Señor, esa fe que nos ponga en camino para responder a tu llamada y proclamar con nuestra vida y obras el anuncio de la Buena Noticia.
Danos, Señor, la fortaleza de superar todas esas desganas, perezas, depresiones y hundimientos de moral que nos abaten y nos amenazan con separarnos de ti. Danos lucidez y fortaleza para superar las tentaciones de llamar la atención, de ser notables y centros de otros y no acometer disparates que nos llevan a destruirnos. Señor en tus Manos ponemos nuestros pobres espíritus. Amén.
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