La lucha es a muerte, pues somos esclavos del mundo y estamos desde nuestro nacimiento sometidos a él. Nuestra naturaleza humana, herida por el pecado, siente apegos, apetencias y placeres a los que le es muy difícil renunciar. Sus pasiones y concupiscencias le someten y le alejan de la Voluntad de Dios. En este contexto natural el hombre se ve imposibilitado para dejarlo todo y seguir al Señor.
El primer paso es llegar a ese punto y tomar conciencia de nuestras debilidades. Somos débiles y sometidos a este mundo. Por lo tanto, para vencerle y liberarnos de sus ataduras necesitamos estar unidos al Señor y abrirnos a la acción del Espíritu Santo, recibido en la hora de nuestro bautismo. No es fácil, pero se puede en sintonía con el Espíritu de Dios. Y nos puede ayudar los muchos ejemplos de los que lo han conseguido. Hoy, por ejemplo, celebramos el día de San Benito, que es un ejemplo de dejarlo todo para seguir al Señor.
No es nada fácil, pero confiando en el Señor podemos ir logrando que el centro de nuestra vida sea el Señor. Y abiertos a Él nos irá transformando y dándonos fortaleza para alcanzar lo que realmente queremos y nos gustaría ser, seguidores fieles del Señor. Sin embargo, experimentamos que el poder del mundo - demonio y carne nos pueden y nos separan del Señor. Sus tentaciones nos seducen y nos cuesta mucho no abandonarnos en sus manos. Por eso, necesitamos estar fuertemente al Señor.
Esa es nuestra petición de hoy, Señor. Pedirte con confianza que, en nuestro camino, hay muchos peligros y nuestra naturaleza es débil. Pedirte que nos des fortaleza y sabiduría para hacerle frente y vencer todo tipo de seducciones que nos apetece. Iluminanos para saber discernir nuestro camino y optar siempre por el bueno, el que nos conduce a Ti. Danos la paz para no desesperar y sostenernos siempre en tu confianza y fuertes ante la tentación del mal, de los egoísmos, de la opulencia y el desenfreno de los placeres.
Te pedimos, Señor, fortaleza para estar activo y atento a ayudar a los que lo necesitan y se dejan ayudar. Ayudar a aquellos que te buscan y que carecen de lo necesario para vivir dignamente. Ayúdanos, Señor, a seguirte y vivir según tu Palabra. Amén.
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