La experiencia es un grado, escuchamos en muchas ocasiones. Y, aunque lo creemos, no lo comprendemos. Eso puede darnos una idea de lo que realmente es la fe, creer sin comprender. Porque, la fe se presenta cuando nuestra razón no puede avanzar más. Ese salto tendremos que darlo con la fe. Diríamos que - la fe - es el puente que nos lleva y conduce a confiar y a seguir a Jesús.
Y eso nos lleva a presentarnos delante del Señor y pedirle que nos cure, que nos fortalezca, que nos libre de la tentación del pecado o de las seducciones de este mundo que nos esclavizan. Eso fue lo que ocurrió en el pasaje evangélico de hoy domingo. Aquel leproso, rompiendo la ley de no poder acercarse a Jesús, se acerca y le pide que, si Él quiere puede limpiarle. Y, Jesús, responde de la misma forma, le toca y le responde que quiere limpiarle y se produce la sanación.
También sucede ahora en nosotros, muchos, aunque no podamos, quizás por nuestra falta de fe, curarlos, si podemos acercarnos y ayudarles a mitigar sus sufrimientos y enfermedades. Y, por qué no, también curarles, pues testimonios de muchas curaciones hay en la historia de la Iglesia. Sin embargo, queremos aprovechar este pequeño y humilde espacio de oración para pedirte, Señor, fortaleza, sabiduría y paz para soportar con integridad, con firmeza y perseverancia todas las tentaciones, seducciones y obstáculos que se presentan en nuestra vida.
Gracias, Señor, porque, sabemos que, igual que hiciste con aquel leproso, también lo haces con cada uno de nosotros. Quieres limpiarnos de todos nuestros pecados y liberarnos de la tentación de no acercarnos a Ti. Gracias Dios mío. Amén.