No se entiende que la palabra tome un camino y tu vida vaya por otro. No tiene sentido que tus palabras no tengan respuestas con tu vida. ¿Qué pueden decir de ti quienes observen que lo que dices no se corresponde con lo que haces? ¿Crees que hablarán bien de ti? Se supone que no entenderán nada de lo que dices y haces y, en consecuencia, no creerán en tu palabra. Supongo que estarás de acuerdo, tu palabra quedará infravalorada y desacreditada.
Experimentaremos que nuestras vidas serán un engaño cuando no exista, al menos un esfuerzo, coherencia entre tu palabra y tu vida. Te puede valer la apariencia, pero, sabemos que eso es andar por tierra movediza y, tarde o temprano terminarás hundiéndote en el lodazal de la perdición y la mentira. Y, también sabemos de nuestras debilidades, errores, fracasos y egoísmos. Reconocemos que estamos en todo momento tentados al engaño, a la mentira y la apariencia. Y, lo peor, que nos experimentamos sometidos y esclavizados a aparentar y engañar.
Queremos ser más de lo que somos y buscamos ser ensalzados. Y volvemos a caer en la apariencia y en el decir pero no hacer. Necesitamos abrir nuestro corazón y presentarnos delante del Señor para pedir clemencia, misericordia y humildad. Convierte, Señor, nuestro corazón endurecido e inclinado a gustar de ser ensalzado, por un corazón humillado y abierto al servicio para que, por tu Gracia y Misericordia, y para tu Gloria, sea ensalzado.
¡Oh, Señor, limpia mi corazón de toda apariencia para que sea capaz de ver a tus hijos como Tú los ves y pueda amarlos como Tú, mi Señor, los ama!. Hazme humilde, paciente, comprensivo, suave y bueno para desterrar de mi corazón toda apariencia, mentira y engaño y sea coherente entre mi palabra, que quiere ser la Tuya, y mi vida según tu Voluntad. Amén.