No vale proclamar tu Palabra si no tengo el compromiso de vivirla y cumplirla en y con mi vida. De nada vale plantar una semilla si luego no me afano en abonarla, regarla y cuidarla. Posiblemente la semilla no dará frutos, y posiblemente también mi palabra será estéril y no dará frutos.
Porque la Palabra proclamada, pero no vivida, se vuelve hipocresía y mentira en mi boca. Dame, Señor, la fortaleza, voluntad y sabiduría de vivir y obrar toda aquella Palabra, proclamada en tu nombre, para que de frutos según tu Voluntad. Y de no ser así, más me vale callar y hacer, que hablar lo que luego no estoy dispuesto a hacer ni a vivir en mi vida.
Te pedimos, Señor, que nuestras vidas vayan de acuerdo con nuestras palabras, y que aumentes tu Iglesia y la acrecientes de buenos evangelizadores que sean capaces de vivir y obrar en sus vidas lo que proclamen en y según tu Palabra.
Danos Señor la sabiduría de saber proclamar tu Palabra y la voluntad para vivirla. Amén.
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