No se trata de ser niño y no crecer y alcanzar la madurez. No, se trata de experimentarse pequeño, necesitado de guía, de luz, de Alguien que te alumbre el camino y te lleve de la mano por la senda de la verdad, de la justicia y la paz. Es esa la actitud de niño, la actitud de ser dócil y dejarte llevar.
Y yo quiero sentirme así. Sobre todo en los momentos de mi vida que no encuentro luz, que mis fuerzas empiezan a fallar; que mis dificultades, por pequeñas que sean, me desbordan, me confunden, me pueden y me vencen. Quiero, Señor, cogerme de tu Mano y dejarme llevar. Quiero que me enseñes el Camino, la Verdad y la Vida.
Quiero, Señor, apoyarme en Ti y cargar con tu yugo, pues Tú nos dice que es llevadero y tu carga suave. Y Tú no mientes y hablas en Verdad. Por eso, quiero Señor pedirte la mano para agarrado a ella continuar el camino de mi vida asido a Ti. Amén.
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