Nos cuesta mucho, pero mucho desintoxicarnos de nuestra cultura, de nuestra mentalidad, de nuestras primeras actitudes mamadas en la familia que nos ha tocado vivir. De las primeras vivencias que originan actitudes y criterios en nuestra primera calle, en el barrio...etc. Nos cuesta mucho dejar de ser yo mismo para transformarme en Jesús. Diría que esa es la única y verdadera conversión.
Seguir a Jesús supone dejarlo todo, y dejarlo todo, más que bienes, dejarme yo para vivir en Él o dejarle que Él entre en mí. Eso significa estar dispuesto a no tener donde reclinar la cabeza, dejar padre y familia en un segundo lugar y priorizar a Jesús como lo primero y fundamental de mi vida. Mientras eso no suceda, seguiré nadando entre dos aguas que me confunden, que me condicionan y que me esclavizan.
Necesitamos, primero para cambiar mis actitudes, creer profundamente en Jesús. Una fe que me mueva a seguirlo tal y como Él exige. Y eso, lo sabemos, nos cuesta mucho porque el pecado nos esclaviza y nos sujeta hasta el punto de optar por nuestra manera de pensar antes que dejarme llevar por las de Jesús. Así me costará mucho ver la vida desde la Mirada y los criterios de Jesús. Priorizo primero mis ideologías y. por lo tanto, rechazo las suyas.
Danos Señor la Gracia de ver claro y de darnos cuenta de la necesidad de vaciarnos de nosotros mismos, de nuestras apetencias ,apegos e ideologías que nos impiden entender lo que Tú nos mandas, nos regala y nos señala para el camino de nuestra salvación. Amén.
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