Dame, Señor, la luz y la fortaleza para, escuchando tu Palabra, llevarla a mi vida y cumplirla. Porque esa es la Voluntad del Padre que te ha enviado. Y yo quiero ser tu hermano menor, el más pequeño, pero tu hermano. Para ser capaz de escuchar tu Palabra estando a tu lado, y hacerlo con perseverancia y humildad. Y lo más importante, que no se duerma esa Palabra en mi corazón, sino que revierta y camine, con luz encendida, por los caminos de la vida, alumbrándola y viviéndola.
Porque es muy fácil escucharla, pero, con la misma facilidad, olvidarla. Yo, Señor, quiero ser tu hermano, tu amigo, tu discípulo, y sé que sólo puedo serlo si escucho la Palabra y la pongo en práctica. Y eso no me es nada fácil. Sé, Señor, que mis fuerzas y capacidades son limitadas, muy débiles y humanas, proclives al fracaso y tocadas por el pecado.
Necesito de Ti, Señor, para que mi escucha sea eficaz y dé frutos. Porque sin Ti, Señor, nada puedo hacer, y sólo perderé tu amistad. Por eso, unido a todos los que quieran unirse a ti, te pido, Señor, que nos des la fuerza para ser tus amigos. Amén.
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