Quizás, y pido perdón de antemano, por la Gracia de Dios, los que, al menos queremos creer y seguir al Señor, se nos pone, por nuestra perseverancia, más claras las cosas. Nos damos cuenta que todo lo que nos puede ofrecer este mundo es falso y caduco. Esa felicidad que, de alguna manera todos buscamos, no está en el mundo, ni tampoco el mundo nos la puede dar. Y eso nos advierte y nos mueve a buscar en otro lugar y por otro camino.
Un camino que, por supuesto, nosotros solos no podemos encontrar. Nuestras fuerzas están vencidas por las apetencias y pasiones que nuestra naturaleza humana, herida por el pecado, busca en las ofertas de este mundo, y nos sería imposible liberarnos de ellas. No sólo no es fácil liberarse sino, me atrevería a decir que imposible. Necesitamos la asistencia del Espíritu Santo y la Palabra del Señor que Jesús nos viene a anunciar y a señalar por el Camino, por la Verdad y por la Vida que debemos seguir, actuar y vivir.
Por eso, Señor, conscientes de nuestras limitaciones, de nuestros pecados y debilidades te pedimos que nos sostengas erguidos, perseverantes y fuertes en el camino de cada día. Que nos des la fortaleza de que nuestra palabra y nuestra vida vayan juntas y en ambas se advierta y se transparente la vivencia de tu Palabra. No es nada fácil, Señor, porque, de antemano el pecado que llevamos dentro es más fuerte que nuestra voluntad, pero, sabemos que unidos a Ti, Señor, podemos fortalecernos y ser fuertes para poder vencer a esas tentaciones que nos seducen y amenazan con vencernos.
Gracias, Señor, por dejarnos y permitirnos descansar en Ti y cimentar nuestra fe sobre la roca del Evangelio para que, a pesar de nuestras miserias, pero unidos a Ti, podamos superarnos y vencernos desde nuestro interior para sincronizar nuestras obras, con nuestra vida y palabra. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario