No sería justo que esa Buena Noticia se quede a mitad del camino. Es decir, que, quizás por culpa nuestra, no llegará a todas las personas. Supongo que nuestra fe y nuestra experiencia, al saborearla y conocerla, nos compromete a proclamarla y a dar testimonio. ¿Por qué?, porque lo bueno tiene que conocerse y, además, todo el mundo tiene derecho a conocerlo. Incluso, aunque no, por ignorancia o por lo que sea, quieras conocerlo.
¿Una razón? Porque, tú, si tú, que quizás lees estas humildes palabras por error, por curiosidad o por cualquier otro motivo, quieres y buscas ser feliz como yo. Y te puedo decir, que, si no buscas por el camino que anuncia la Palabra de Jesús de Nazaret, vas por camino equivocado.
La felicidad no está en este mundo. Estamos cansados de experimentarlo una y otra vez. Llevamos siglos viéndolo y siempre lo mismo. De lunes a viernes; de fiesta en fiesta; de riqueza en riqueza; de pode a poder; de placer a placer, y así siempre. Siempre lo mismo. Una felicidad que se gasta y que no se mantiene. Una felicidad que, al final nos amarga y nos deja igual o peor. No hay nada más y al final nos espera la muerte.
La única felicidad posible es la que nos ofrece la Buena Noticia que nos trae Jesús. Un Noticia que sintoniza con la que está impresa en nuestro corazón. Un Noticia que nos habla de felicidad eterna. Y una felicidad que nos da gozo, paz y permanece siempre en nosotros. Es posible que, durante caminamos por este mundo tengamos que privarnos de ella por instantes, pues el amor exige sacrificios, pero, en la medida que nuestra vida se acerca más a su final, la felicidad va creciendo en nuestro corazón hasta explotar para la eternidad.
Gracias, Padre, porque nos sostienes, nos das valor, fortaleza y fuerza para no dejar que la Buena Noticia se ahogue dentro de nosotros, sino que bulla afuera y explote delante de todos los hombres que, cegados por las candilejas de este mundo, anclan sus vidas en el mar de la perdición y el pecado. Y, alúmbrales su camino para que encuentre el verdadero sentido de sus vidas. Amén.
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