Haz,Señor, que mis palabras no sean lanzadas al aíre de forma indiferente e irresponsables, sino que tengan eco en mi vida y se ajusten al cumplimiento de tu Voluntad. Porque yo quiero hacer lo que Tú me sugieres y me indicas, y de nada me vale decirte que lo hago y luego no hacerlo.
Porque sé, Señor, que lo que Tú me propones y me mandas hacer es para mi bien. Tú quieres mi felicidad y te has hecho Hombre para darmela y ganarme para la vida eterna. Pero eso pasa porque yo te obedezca y me deje llevar por tus propuestas y órdenes. Pero también, Señor, me reconozco débil y próclive a la tentación. Necesito tu Fuerza para fortalecerme y cumplir tu Voluntad.
Porque sin Ti, Dios mío, quedo en manos del Maligno y sin ninguna posibilidad de salvación. Me presenta un mundo hermoso y gozoso, pero vacío y finito. Y yo, sin Ti, Señor, no resisto esa tentación. Diré que sí como el segundo hijo de la parábola que hoy nos dices, pero luego te defraudo y desobedezco. Dame tu Fuerza y tu Gracia para, fortalecido y apoyado en Ti, hacerme digno de mi palabra y cumplirla, no sólo con mi lengua sino con mi vida.
¡Oh, Señor!, no dejes que mis debilidades y limitaciones me puedan y mis palabras queden sin la respuesta de mi vida, porque no quiero prometerte lo que, después, no cumplo. Tengo confianza en tu Fuerza, Señor, porque si Tú me propones y me mandas a hacer esto, es porque lo puedo hacer. Porque Tú no nos abandona y no nos deja solos. En Ti confío Señor.
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