Navidad es comparti no consumir |
No es prepararme para la Navidad engalanar la casa, preparar una suculenta y apetitosa cena y sabrosos dulces. Ni tampoco intercambiar regalos o cantar villancicos. Claro que la Navidad es todo eso, ¡faltaría más!, es alegría, entusiasmo, fiesta, comidas, gozo y cánticos. Celebramos la venida del Señor, el Salvador del mundo, y no podemos esconder nuestra alegría.
Pero la Navidad, aparte de todo eso, que es consecuencia la venida del Señor, la Navidad es acoger esa venida de Jesús y darle cobijo y lugar en nuestro corazón. Y le hacemos sitio en la medida que nos esforzamos en ser pacientes, comprensivos, humildes, suaves y buenos. Es decir, en la medida que tratamos de vivir el amor.
No por mucho cantar, comer, regalarnos, felicitarnos, cumplir con visitarnos esos días y hasta portarnos bien un ratito, todo está hecho o hemos vivido la Navidad. No, la Navidad es un camino que empieza y que Jesús, que viene a este mundo, quiere recorrer contigo. Navidad es pues, dar el pistoletazo de salida a ese camino y empezar a dejarlo salir de nuestro corazón.
Navidad es mecer la cuna del Niño Dios y crecer con Él. Crecer en allanar los caminos, enderezar lo escabroso, igualar las colinas... Navidad es hacer del jardín de mi corazón un huerto florido de amor.
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