Comienzo la oración con el corazón cerca de mi Dios. Me abro a tu presencia, Señor. Tú eres el centro de mi vida. En lo más hondo de mi corazón tienes tu morada. Te adoro Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin ti, mi vida no tiene sentido.
Jesús, me eliges para ser testigo de tu amor en el mundo. Espíritu Santo, ayúdame a proclamar el Evangelio con mi vida. Hazme descubrir el sentido misionero de mi existencia.
Cuando tu Evangelio toca mi corazón, me brota la alegría, me salva de la soledad, me invita a un diálogo de amistad contigo, Jesús.
Con tu Evangelio en las entrañas, todo comienza de nuevo. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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