Somos tan pequeños y necesitados y nos cuesta tanto dejarnos amar gratuitamente, que vamos mendigando aplausos, nos gusta que nos den un trato de favor, y que reconozcan lo “mucho que valemos”.
Señor, cura mi orgullo y prepotencia, dame un corazón sensato y humilde, que no vaya mendigando lo que Tú me das gratis, que sepa reconocer mis virtudes y defectos y sepa aprender de Ti y de cada persona.
Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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