Deja que tu corazón se inunde de la presencia de Dios, se llene de su amor, se esponje con su ternura, para poder servir a los demás. En la oración lo importante no es tanto qué tratamos o cómo, sino con quién tratamos. Orar no consiste en imaginar, pensar, leer, hablar, sentir, hacer…, sino «estar con quien sabemos nos ama» (Santa Teresa de Jesús, Vida 8, 5).
Cada día me acerco a tu fuente, Señor, para aprender a amar. Tu Espíritu me acompaña. Santa María y San José me alientan en el camino. ¡Gracias, Señor! Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario