¡No podemos, es imposible! Son frases que las tenemos en la punta de la lengua. Y eso descubre nuestra poca fe y confianza en el Señor. Porque aunque experimentamos las dificultades del camino, no podemos olvidar que quien nos habla es Jesús. Y Jesús nos dice que agarrados y descansados en Él, nuestra carga es ligera y nuestro yugo se hace suave.
Carga y yugo que significan servicio y entrega a aliviar el peso y la cruz de los más débiles y desfavorecidos. Servicio y entrega hacia aquellos que, como Jesús, necesitan que alivien sus vidas y aligeren su carga. Y eso lo podemos hacer apoyados y descansados en Jesús. Claro, el paso es creerlo y ponernos en camino. O lo que es lo mismo, aceptar la invitación de Jesús de ponernos en Manos del Espíritu Santo.
Sabemos que la empresa no es nada fácil. Sabemos de las dificultades que supone negarnos, renunciar a nuestros egoísmos, proyectos e intereses materiales y egoístas. Pero sabemos que tenemos la promesa de Jesús, y Él siempre la cumple. Por eso, Señor, confiados en tu Palabra nos abandonamos a tu Espíritu y entregamos nuestro corazón a su acción.
Danos, Señor, la libertad de desapegarnos de todas nuestras ataduras humanas, pasiones y emociones que nos esclavizan y encadenan y nos apartan del cumplimiento de tu Voluntad, y danos un corazón limpio y puro que viva en la verdad y la justicia que Tú nos propones. Amén.
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