Es hermoso y, diría, nos llena de Gracia, el tener a María como Madre y Señora, Madre de Dios. ¡Qué hermoso nombre, María, que anuncia la entrada de la salvación en el mundo. Hay muchas mujeres que se llaman María, pero siempre serán pocas, porque el nombre de María abarca toda la belleza y plenitud a la que la humanidad pueda aspirar.
María, Madre de Dios, sólo hay una. Una joven humilde y sencilla que, turbada y expectante ante el anuncio del ángel, no dudó ni por un momento de la promesa del ángel enviado por Dios. María que pregunta qué tiene que hacer, porque no conoce varón, pero sabe, y así lo cree, del poder de Dios para cumplir lo que promete.
Y María que es anunciada a la acción del Espíritu Santo y a la Fuerza del Altísimo que la cubre con su sombra. Gracias Señor por María, tu Madre, que nos acompaña y nos alienta con su "SÍ" firme y decidido a obedecerte y seguirte. Gracias Señor por María, que nos abre la puerta de la salvación a aceptar tu plan de ser tu Madre, y también nuestra Madre. Gracias Señor por María, porque su ejemplo nos conforta y nos mueve a esforzarnos en responderte nosotros igual.
Junto a tu Madre, Señor, danos la Gracia de, como Ella, responderte y seguirte, entregados al plan que Tú has pensado para cada uno de nosotros. Amén.
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