Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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sábado, 22 de agosto de 2020

SALMO 50 : MISERICORDIA, DIOS MÍO

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Ant: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)
(El vestido de fiesta que tendremos que llevar al Banquete al que hemos sido invitados)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, 
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.

martes, 12 de mayo de 2020

UNA PAZ QUE RESPONDE AL MAL CON EL BIEN

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Cuando hablamos de paz estamos hablando de una paz diferente a la del mundo. Porque, mientras el mundo sedimenta su paz en la fuerza y el poder, la paz de la que habla y da el Señor Jesús es la paz que nace de la reconciliación y del amor misericordioso. 

Si bien el mundo nos ofrece una paz instalada en el equilibrio de fuerzas o apoyada en intereses económicos u otros beneficios, la Paz que nos da y ofrece Cristo Jesús es una paz sustentada en la misericordia y el perdón. Una paz que vive y nace desde lo más profundo del corazón y se ofrece abiertamente y sin condiciones. 

Una paz diferente a la que nos da este mundo, porque, mientras, la del mundo, es causa del pecado y de la razón del hombre, que no entiende otra forma de darse, la que nos presenta y ofrece Jesús es una paz cuya esencia y núcleo es el amor. Un amor gratuito, generoso, sin condiciones, misericordioso y entregado a hacer el bien y que vive en la verdad y justicia.

Y esa paz pervive incluso en el dolor y la amenaza de muerte. Así se explica el sufrimiento de muchos cristianos y la entrega de sus vidas en defensa de su fe. El número de ellos es incalculable y la historia es testigo de los numerosos testimonios que se han dado y se dan actualmente en todos aquellos cristianos que están dando sus vidas por su fe en Jesús de Nazaret. Y eso no se entiende sino en la paz, porque sin paz no se puede soportar esa entrega y ese sacrificio.

Pidamos también nosotros vivir en la Paz que nos da Jesús, y abrirnos al Espíritu Santo para que, llenos de su fortaleza podamos ser testimonios de reconciliación, de amor y de paz en este época de nuestro mundo que nos ha tocado vivir. Amén.

lunes, 30 de marzo de 2020

UN PADRE MISERICORDIOSO

Navegar Mar Adentro: Evangelio según San Juan 8, 1-11
Te damos gracias, Señor, por tu Infinita Misericordia. Somos conscientes que por ella alcanzamos el perdón de nuestros pecados y la salvación eterna. Y, más agradecidos porque nos conocemos indignos de tal perdón y misericordia. Nuestros méritos nunca podrán alcanzar pagar o equilibrar tu Amor y Misericordia Infinitas. Nosotros, criaturas finitas no podemos atesorar méritos infinitos para saldar esa deuda de nuestras miserias y pecados. Por tanto, Señor, gracias y gracias es lo único que podemos decir.

Sin embargo, te pedimos, Señor, que nos des el conocimiento y la sabiduría de darnos cuenta de que sin Ti nuestra vida no tiene sentido. Y que necesitamos ser misericordioso de la misma forma que Tú lo eres con cada uno de nosotros. No te avergüenzas de nuestros pecados, nos acoge y nos defiende. Sabes, Señor, me admira y me asombra la gran confianza que tienes en nosotros, a pesar de tantas veces que te hemos fallado. Te pones en nuestro lugar y, como a esa mujer adultera, la defiendes y la perdonas.

Señor, te pido paciencia y perseverancia para permanecer a tu lado y saber escucharte con tranquilidad y en silencio. Silencio de todo ese ruido que me rodea y me desconcierta, que me descontrola y me inclina a vivir en el ajetreo de una vida consumista, acomodada, instalada y ociosa.  Y, sin darme cuenta adultero mi vida alejado de Ti, Señor. 

Por eso, como aquella mujer que fue llevada ante ti acusada de adulterio, yo quiero voluntariamente ir a Ti para que, mi vida, adulterada por tantos vicios, pecados, errores y decepciones la tomes en tus Manos y, misericordiosamente me devuelvas al camino bien intencionado y limpio de todo pecado. Gracias, Señor. Amén.

viernes, 6 de marzo de 2020

NO ES COSA FÁCIL LA RECONCILIACIÓN

Resultado de imagen de Mt 5,20-26
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Me refiero a la reconciliación. No parece que nos sea muy difícil reconciliarnos con Dios, pero la cosa cambia cuando tenemos que hacerlo con otras personas de la misma naturaleza que la nuestra. A nuestro Padre Dios no lo vemos y nos consideramos inferiores y, por tanto, nos resulta más fácil humillarnos, obedecerle y arrepentirnos de ofenderle. 

Pero, todo cambia con respecto a los hombres. La cosa es diferente y, pedir perdón a uno igual que yo, y que, quizás lo considero menos que yo, me resulta muy difícil, hasta el punto que no puedo hacerlo. Entonces experimento que necesito la Gracia y el auxilio del Espíritu Santo. Sin Él no podré hacerlo. Por eso, en el Sacramento de la Reconciliación encuentro las fuerzas para perdonar a aquellos que he ofendido o me han ofendido.

No se trata de reconciliarme con Dios yo sólo y que todo quede entre Él y yo, sino que, esa reconciliación me valdrá en la medida que yo me reconcilie con el ofendido o con el ofensor. Es decir, según sea yo el que haya ofendido o sea el ofendido. Y nos damos cuenta que así debe ser, porque es lo que verdaderamente le da sentido a esa intención de dolor de contrición y de arrepentimiento. No queda sólo en palabras sino que realmente demuestras tu arrepentimiento humillándote o siendo misericordioso ante la persona ofendida u ofensora.

Pidamos al Espíritu Santo que nos dé la fortaleza y la voluntad necesaria para afrontar nuestras acciones, con verdadera humildad y mansedumbre, con las que podamos ofender o ser ofendidos ante los demás. Amén.

viernes, 6 de julio de 2018

CUESTIÓN DE INTELIGENCIA

Resultado de imagen de Mt 9,9-13
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Normalmente medimos mal la inteligencia. Muchos la identifican con tener éxito; otros piensan que consiste en saber mucho; otros en hacer fortuna y otros en triunfar y ser famoso. Posiblemente, todo eso sean manifestaciones de la inteligencia, pero, al menos, en mi opinión creo que lo que vale es el saber vivir con sentido común, con sabiduría y con amor. Y para eso no se necesita ni mucha inteligencia ni muchos conocimientos. Sólo la sabiduría que está contenida en la verdad y la justicia, y sobre todo, la misericordia.

Porque, quien perdona tiene muchas ganancias conseguidas, pues él también será perdonado cuando cometa algún error. Porque, ¿quién no comete errores? Y quien es misericordioso también alcanzará la misericordia del otro. Eso realmente es ser inteligente, saber vivir con la sabiduría que da el amor y la búsqueda de la verdad, que, también exigirá humildad y perseverancia.

No arregla el mundo la venganza, ni siquiera la justicia. Es verdad que se necesita poner todas las cosas en orden y dar a cada uno lo suyo. Sobre todo cuando nos encontramos con que algunos no quieren entrar por la ley sino arbitrariamente y según sus gustos y egoísmos hacer lo que se les antoja y desean. Pero, la justicia no termina por arreglar el problema, sino, digamos, lo ataja y lo controla. Se necesita insertar e integrar a esas personas desorganizadas y desestructuradas en la sociedad organizada y legalizada. Y eso no se hace solamente con la justicia. Es imprescindible amar misericordiosamente. ¿Y quién nos puede enseñar la forma y el camino?

Para eso estamos aquí, para unirnos, y desde este humilde rincón implorar al Señor que nos transforme nuestro corazón endurecido en un corazón misericordioso. Un corazón capaz de amar y de hacerlo desde la misericordia que Jesús tiene con cada uno de nosotros. Pongámonos en sus Manos y abrámonos a su Amor y Misericordia, tal y como hizo Mateo que cambió su vida de recaudador a proclamador de la Palabra de Dios. Amén.

lunes, 13 de noviembre de 2017

MISERICORDIA QUIERO, Y NO SACRIFICIOS - Mt 9, 13 -

Jesús ha venido a perdonarnos, porque nacemos manchados por el pecado y necesitamos ser limpiados para, purificados, alcanzar la Vida Eterna. Vida Eterna a la que estamos llamados y experimentamos dentro de nosotros mismos. Está impresa en nuestro corazón. La descubrimos en el camino de nuestra vida y la anhelamos desesperadamente. Sin embargo, ocurre que la buscamos en lugares equivocados.

La puerta de esa limpieza primera empieza en el Bautismo. Por Él entramos en la familia de los hijos de Dios y gozamos de la asistencia del Espíritu Santo, que nos fortalece y nos ayuda al combate de cada día contra la tentación del pecado y del escándalo. Es lógico y de sentido común que estamos necesitado de misericordia, y es eso, precisamente, lo que Jesús nos ha venido a dar gratuitamente. Porque, nuestra realidad no es otra sino esa. Necesitados de perdón y misericordia.

El Evangelio de hoy nos lo dice claramente: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Pero, esa misericordia recibida de forma gratuita, pues no la merecemos, también tenemos que devolverla en los hermanos. Así como nosotros somos perdonados, también tenemos que perdonar. Lo rezamos todos los días en el Padrenuestro. Por eso, Jesús nos lo recuerda hoy. Y es eso precisamente lo que nos pide, nuestro arrepentimiento y dolor por haber actuado mal. 

El Señor no busca nuestro bien actuar, pues es eso lo que debemos hacer sin ninguna recompensa, sino, ante la caída y el pecado, nuestro dolor y arrepentimiento. Precisamente para eso, para levantarnos, animarnos a seguir actuando bien y perdonarnos. Seamos consciente de esa realidad y de esa Misericordia que el Señor nos regala cada día, y pidámosle fe y confianza en que, siempre que acudamos a Él con dolor y arrepentimiento, recibiremos su Perdón y Misericordia. Amén.

martes, 17 de octubre de 2017

EL BIEN HACER Y OBRAR

Hay mucha gente que hacen buenas obras y que son exaltadas y recordadas. Incluso, nuestros parques y plazas representas estatuas y esculturas que le dedican recuerdos gloriosos. Son bienhechores de la sociedad, pero todo acaba ahí. Se han proclamados en filántropos reconocidos, y, como tal, la sociedad les ha elevado glorioso recuerdo en lugares públicos para que se conozcan y se les recuerde.

Digamos que han recibido su premio por su bien hacer y obrar. y,  en eso se queda todo. Sus buenas obras les han sido pagadas. ¿Nada más pueden esperar? Esa es la diferencia entre el bien obrar por tu cuenta y para tu ego personal, o, hacerlo para gloria de Dios. La diferencia es la fe.

Llenamos nuestras vidas de tradiciones y costumbres que, siendo buenas e importantes, no son fundamentales, y menos leyes. Lo fundamental es el amor, empezando por Dios y continuando por el prójimo. Lo demás tendrá su lugar y su sitio, pero sin carácter de valor ni de imprescindible. Lo exterior tiene su sitio y siendo bonito y bueno tenerlo limpio, lo verdaderamente importante es lo de dentro, lo que sale realmente del corazón. Esa es la lección que el Señor nos da en el Evangelio de hoy.

Pidamos es buena intención de ser limpio, puro y justo, y de que nuestra vida sea coherente con la sustancia verdaderamente importante, es decir, con el amor. No se trata de llenar la vida de normas y cumplimientos que tratan de esconder nuestro compromiso con la verdad y la justicia, y aparentar lo que realmente no estamos dispuesto a ser. 

Pidamos ser comprensivos y, sobre todo, misericordiosos como el Padre es Misericordioso con cada uno de nosotros. Pidamos sostener nuestro interior en la verdad y la justicia y que lo exterior sea reflejos de lo interior, sin oscuridades y ocultamientos. Pidamos vivir en la coherencia y dejarnos dirigir por la acción del Espíritu Santo. Amén.

jueves, 21 de septiembre de 2017

NO ME MOVERÉ HASTA QUE NO RECONOZCA MIS PECADOS

Mientras no me considere pecador no buscaré donde limpiar mis pecados. O dicho de otra forma, mientras no reconozca que mi situación me lleva a la destrucción y perdición, no buscaré la salvación. Supongo que, no sólo Mateo, sino todos los demás reconocieron su situación de pecado, y, por supuesto, buscaron una solución de salir de esa situación.

Cualquiera ha podido experimentar que el desamor no genera paz ni sosiego. Es más, inocula remordimiento e intranquilidad.  Llena tu vida de inseguridad y de tristeza. Buscas reconciliarte y amar. Experimentas que el hombre necesita ser amado y amar. Porque es el amor lo que te mueve a darte, a servir, a dar sentido a tu vida y a mover todos tus resortes por vivir y amar.

Es el amor el que forma la familia y se proyecta en los hijos. Unos esposos necesitan proyectar su amor en sus hijos, porque en ellos mismos se agota. Necesitan amarse para amar y darse a los hijos, y a la familia y a los demás. El amor te levanta y te mueve a caminar. Por eso, mientras no estés en el camino del amor estarás impaciente y en actitud de búsqueda.

Esa situación nos descubre nuestras propias miserias, porque experimentamos que para amar necesitamos una fuerza especial y exterior que nos ayude a amar. Nuestra debilidad humana está sometida y esclavizada a las pasiones y sensualidades de este mundo, y, para liberarnos necesitamos la Gracia de Dios. Experimentado eso, seguimos al Señor y le pedimos que nos ayude a liberarnos de todo aquello que nos aprisiona y nos somete.

Te pedimos, Señor, que nos des un corazón humilde y misericordioso, para, reconociéndonos pecadores, pobres e indefensos, podamos, como Mateo, escuchar tu voz y seguir tus pasos, y compartir toda nuestros esfuerzos con una verdadera actitud misericordiosa con todos aquellos que caminan con nosotros en busca de la verdad, libertad y vida. Amén.

sábado, 26 de agosto de 2017

SIN JUSTICIA NI MISERICORDIA

Cuando se actúa sin justicia ni misericordia se descubren malas intenciones y engaños. Porque, quien es injusto no es bueno y esconde malas intenciones. No hay verdad en aquel que no hace justicia ni comprende las debilidades de los otros. Posiblemente, él no las haya experimentado, porque tampoco las ha hecho. Gusta de mandar a otros, pero él no ha movido un dedo para experimentar el esfuerzo y el dolor del trabajo y del peso de la carga.

Las leyes son para que otros las cumplan y las padezcan, pero ellos las acomodan a su manera particular de entender la vida. Descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad, y la aplican a los demás. Ellos, al parecer, quedan exentos.

Por lo tanto, no por eso descuidemos nosotros la Ley, ni tampoco dejemos de ser justos, misericordiosos y fieles a la Palabra de Dios, aunque salga de sus bocas. Pero, no les imitemos, sino tratemos de ser fieles a la Palabra de Dios. Él es nuestro único Guía, nuestro único Señor y Padre. Pongámonos en sus Manos y dejémonos conducir por la acción del Espíritu Santo, que nos asiste, nos aconseja y nos mueve a cuidar de la obra creadora del Padre, que ha puesto en nuestras manos para que la trabajemos para el bien de todos los hombres.

Demos gracias a Dios, nuestro hacedor, que nos ha regalado todo lo que somos y tenemos. Despertemos y descubramos que todo lo que nos rodea es obra del Creador, Señor y dueño de todo lo visible e invisible. Y todo nos ha sido dado gratuitamente, para que también nosotros hagamos lo mismo. Nada nos pertenece y todo lo debemos trabajar con la humildad de compartirlo y ofrecerlo para el bien y disfrute de los demás. Todo con verdadero respeto, cuidado y generosidad.

Pidamos a Dios que nos alumbre el verdadero camino, que nos dé la luz y la sabiduría necesaria  para, con nuestros esfuerzos, poner todo al servicio de los demás. Y, también, ser coherentes con nuestras palabras, que lo que decimos se corresponde con lo que hacemos. Que sepamos ser humildes y confesar nuestras debilidades y pecados y dejarnos ayudar con verdadera obediencia y fidelidad. Amén.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

LIMPIOS POR EL PERDÓN

No cabe ninguna duda que aquellos niños inocentes, día que se celebra hoy, están todos en el cielo. Fueron víctima de la codicia y ambición de un rey, Herodes, que temía por su reino. Un rey que no supo interpretar el Reino que traía Jesús, el Señor. Un rey que, quizás, nos representa a todos nosotros, pecadores que ambicionamos las riquezas de este mundo y matamos por ellas.

Eso explica las muertes y esclavitud de muchos niños que en la actualidad, hoy mismo, sufren la ambición de los mayores. Alepo (Siria), bombardeada es un ejemplo, que por su actualidad puede representar lo que queremos significar. No estamos nosotros limpios como esos niños que murieron por la persecución al Niño Jesús, pero nos sostiene la esperanza de la Misericordia de Dios. En Él confiamos y a Él nos abandonamos.

Danos, Señor, la fuerza, sabiduría y voluntad de no quedarnos pasivos y de saber migrar. Migrar desde nuestras comodidades a darnos en servicio a los demás; migrar de nuestro estar instalado a ofrecernos en disponibilidad por construir un mundo mejor. Salir de nuestro letargo y caminar hacia la perfección. Y eso nos descubre la necesidad de hacer el viaje contigo Señor. Como lo hizo María y José.

Nos reconocemos pecadores, imperfectos y culpables, pero esperamos tu Perdón y tu Misericordia. En ella estamos confiados y en ella caminamos seguros y esperanzados. Aprovechamos para mirar también para muchos niños que hoy sufren explotación, torturas, malos tratos y abandono. Y son víctimas de las guerras. Para muchos niños tratados como objetos y despojados de sus derechos, sobre todo a la vida. Son condenados a muerte, como fueron aquellos primeros mártires inocentes por Herodes, pero que estos son por sus mismos padres.

Y te pedimos, Señor, para que recibamos luz y fuerza para gritar y defenderlos. Danos capacidad de lucha y de entusiasmo para no desfallecer y proclamar que la vida es un regalo que Tú, Señor nuestro, nos regala y sólo a Ti te pertenece. Amén.

sábado, 15 de octubre de 2016

LLENA, SEÑOR, MI CORAZÓN DE SENCILLEZ Y HUMILDAD


Necesito un corazón sencillo y humilde para acercarme a Ti, Señor. Porque sin humildad no puedo verte ni escucharte, y menos llenarme de tu Gracia. Porque son tus Palabras las que me descubren que sólo a los sencillos y humildes les es revelado el Reino de Dios.

Y hoy, Señor, te pido esa Gracia con todo mi corazón. Inunda como un torrente mi corazón de sencillez y humildad, como tu Madre María, la Virgen y nuestra Señora. Y, siendo sencilla y humilde como ella, abre mi corazón a la Gracia de tu Palabra.

Dame, Señor, paz, fortaleza y sabiduría, para en contra de las propuestas de este mundo alcanzar la Gracia de ser solamente Tuya, y servirte en el servicio a los demás. Dame la sabiduría de poner en mi corazón tus Palabras y de proclamar tu Amor a todos los hombres, descubriéndoles que sólo en Ti encontraran el verdadero Tesoro que buscan y que les llena de paz y amor.

Porque, Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida, que nos acoge misericordiosamente, perdonándonos nuestros pecados y dándonos la salvación. ¿A quién iremos y en quién encontraremos el descanso, la paz y la Misericordia que nos salva? Amén.

martes, 23 de agosto de 2016

SEÑOR, NOS SABEMOS DEBILES PARA HACER TU VOLUNTAD



Muchas veces preferimos las normas y los cumplimientos que la justicia y la misericordia. Porque detrás de las normas y leyes sólo hay el cumplirlas, pero detrás de la justicia y la misericordia se abre un abanico de posibilidades que te exigen discernir y renunciar o morir a muchos de tus intereses y proyectos.

Ser justo exige aplicarte tu mismo la ley que aplicas a otro. Y ser misericordioso es perdonarte de la misma forma que perdonas a otro. De modo que acabas con tus privilegios y te pones a la misma altura que los demás. Y es más fácil cumplir con una ley que exigirte tú mismo ser fiel, justo y misericordioso.

Es lo que sucede con muchas personas. No solas aquellas que vivieron en la época de Jesús, sino también los que vivimos ahora. No nos cuesta mucho establecer leyes, ni tampoco cumplirlas, aunque eso tenga algo más de dificultad, pero se nos hace más difícil ir más allá de la letra y aplicarlas a nuestra vida con justicia, misericordia y fidelidad.

Y, hoy, Señor, queremos pedirte que nos des esa Gracia de saber discernir y cumplir. Te pedimos la voluntad para ser responsable y aplicar la Ley en toda su sustancia en nuestras vidas. Que no nos limitemos a meramente cumplir sin más, sino que miremos para lo más importante y sustancial, que es el amor. Porque cuando se ama se es justo, misericordioso y se tiene fe. Y todo lo demás viene por añadidura.

Gracias, Señor, por advertirnos nuestros pecados y por señalarnos lo que verdaderamente importa. Te pedimos que, agarrados a Ti y por la acción del Espíritu Santo, podamos ser fieles, justos y misericordioso para, no sólo quedarnos en el cumplimiento, sino que seamos capaces de vivir nuestra vida según tu Palabra. Amén.

martes, 2 de agosto de 2016

EN EL MAR DE TEMPESTADES DE NUESTRA VIDA



Escenas como las narradas hoy en el Evangelio no nos son extrañas, porque el mar de nuestra vida está cargado de vientos y tempestades. Quizás lo extraño es que cuando nos sentimos hundirnos tengamos la fe de saber que el Señor está a nuestro lado y nos salva. Porque nos olvidamos de que el Señor está con nosotros y se ha quedado para salvarnos.

Pedro lo tuvo claro, y obedeciendo al Señor, tuvo también momentos de dudas y de miedo, pero recurrió confiado y esperanzado a su auxilio y salvación. Y nosotros debemos también aclararnos. Estamos salvados, porque el Señor ha pagado nuestro rescate con su Muerte de Cruz y su Resurrección, para Gloria de Dios, y para que nosotros también seamos resucitados en Él.

Este año de la Misericordia de Dios, proclamado por el Papa, nos descubre que Dios, siempre y cuando creamos en Él, nos salva. Más claro que en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32) no se puede decir. Pero eso, es decir, nuestra salvación, no significa que nos quedemos con los brazos cruzados, porque todo el mal que hagamos o el bien que dejemos de hacer, lo pagaremos hasta el último céntimos. Tendremos que purificarnos de todos nuestros pecados y omisiones, posiblemente, en el Purgatorio, para llegar al Cielo limpios y purificados.

Y eso significa que cuanto más bien hagamos, es decir, vivamos en la Voluntad del Señor, nuestra salvación será más rápida, por decirlo de alguna manera, y más directa. Es verdad que no sabemos lo que el Señor nos tiene reservado, pero nuestro sentido común nos ilusiona y nos mueve a la esperanza de sentirnos más gozosos en la medida que más cumplimos su Voluntad.

Por eso, Señor, hoy te pedimos que, como Pedro, nos tienda tu Mano salvadora y nos emerja de las profundidades de este mar de nuestra vida, donde la oscuridad, las tempestades, los vientos y todos los peligros tratan de ponernos en peligro y apartarnos de tu presencia. ¡¡Salvanos Señor!!

jueves, 30 de junio de 2016

EL VALOR DE LA MISERICORDIA



Vivimos y lo hacemos con esperanza. Esperanzados por la Misericordia que Dios nos ofrece. Otra cosa es que no sepamos valorar ni somos conscientes del amor que Dios nos tiene. Jesús ha venido a salvarnos, no a curarnos de nuestras dolencias y enfermedades, porque, tarde o temprano, volverán, y llegará nuestra hora. Lo verdaderamente importante es, pues, la salvación definitiva, no la temporal, la de este momento. Porque este mundo es caduco, y sólo el que perdura y es eterno tiene valor.

Por lo tanto, nuestra mayor enfermedad son nuestros pecados. Y es eso lo que Jesús quiere salvar. Viene a borrarlos de nuestros corazones y a pedonarnos, para que por ellos no perdamos el goza y la plena felicidad de vivir eternamente junto al Padre. Porque no nos condena y mata nuestras dolencias, enfermedades y nuestra muerte física, sino nuestros pecados.

Así que, podemos preguntarnos: ¿Qué es más importante, perdonar nuestros pecados o curar nuestras dolencias? Es verdad que con el dolor no podemos vivir y necesitamos que el Señor nos cure. Y Jesús lo hace y se preocupa porque todos estemos bien. Pero sería absurdo querer y pedirle al Señor que nos libre del dolor y olvidarnos de limpiar nuestros pecados y caer en la muerte eterna.

Es verdad también que el tiempo del dolor, aunque no lo queramos nos viene bien. Y nos viene bien, a pesar de ser contra nuestra voluntad, porque nos obliga a reflexionar y a levantar la mirada hacia Dios, y a pedirle que nos sane, pero también que nos perdone y, por su Infinita Misericordia, nos esforcemos en vivir según su Voluntad y en su Palabra. Y, muchas veces, sin dolor o contra tiempos nos olvidamos y resistimos a encontrarnos con el Señor.

Pidamos esa Gracia y la sabiduría de apreciar la Misericordia de Dios y el perdón de nuestros pecados, para, a través de él, alcanzar la Vida Eterna.

domingo, 3 de abril de 2016

JESÚS NOS TRAE LA MISERICORDIA DEL PADRE Y EL ALIENTO DEL ESPÍRITU



Asustados, encerrados y temerosos de que nos puedan quitar la vida. Sin fe y sin confianza. Y después de haber visto y ser testigo de todo lo que ha hecho Jesús. No hay excusa ni justificación. Sin embargo, Jesús, se aparece en medio de sus discípulos, les da la paz y la autoridad y poder de perdonar. Tal y como Él les ha perdonado. ¡Bendita Misericordia que nos salva!

Ser consciente de que todo lo que podamos hacer no es mérito nuestro, porque nos lo ha dado el Espíritu de Dios. Nosotros somos la imagen de aquellos discípulos asustados, sin fe y dispuestos a dejarlo todo por miedo. Sólo la presencia de Jesús nos levanta, nos da ánimo, fuerza, sabiduría y poder para transmitir la Buena Noticia de su Resurrección. ¡Qué vamos nosotros a atribuirnos!

Te damos gracias, Señor, por darnos cuenta de nuestra debilidad y pobreza. Te damos gracias, Señor, porque esa sabiduría, también venida de Ti, nos ayuda a no engreirnos ni llenarnos de prepotencia y vanidad. Te damos gracias, Señor, de tomar conciencia que sin Ti nada podemos hacer ni nada somos, y te pedimos que nos llenes de humildad y paciencia.

Danos, Señor, como puedes observar no dejamos de pedirte, la perseverancia y la valentía de no renunciar a seguirte y vivir en tu Palabra por miedo, por respeto humano, por tentaciones y todos los obstáculos que el mundo nos pone como sancadilla para desviarnos de Ti. 

Y aumenta nuestra confianza y nuestra fe en la acción y presencia del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad, que Tú nos has prometido y nos has dado a través de tus discípulos, desde aquel día que te apareciste entre ellos, por medio de nuestro Bautismo.

Haz, Señor, que nuestra experiencia de resurrección en Ti sea una experiencia nacida desde lo más profundo de nuestro corazón, y vivida desde tu Palabra y hecha realidad con y en nuestra vida. Amén.

sábado, 5 de marzo de 2016

SI ERES CAPAZ DE HUMILLARTE SERÁ SEÑAL DE QUE DESCUBRES Y RECONOCES TUS PECADOS


Nuestra oración no debe perder nunca nuestra condición de pecador. El experimentarte pecador te invita a humillarte y a lavar tus pecados en la Misericordia de Dios. Y esa es la Gracia que hoy quiero pedirte Señor. Dame, y danos, la sabiduría de descubrir y reconocer mis debilidades, mis faltas y mis limitaciones, para, como aquel publicano, con dolor de contrición, sea capaz de experimentarme humillado y postrarme ante Ti, mi Dueño y Señor.

Sé, y sabemos que ese dolor de contrición no puedo experimentarlo sin tu Gracia, y lo hago hoy, y lo seguiré haciendo, hasta el último momento de mi vida, pedirte esa Gracia, para postrado ante Ti, Señor, suplicarte y pedirte perdón. Y dejarme amar por Ti, porque tampoco tengo capacidad para amarte Señor, pues mis debilidades me seducen y me empujan a rechazarte y olvidarte.

Te doy gracias por adelantado, Señor, apoyado en la confianza de tu Amor y Misericordia, y unidos a todos tus hijos, de forma especial, a los que visitan y comparten la fe y estas humildes reflexiones. Gracias, Señor, gracias.

miércoles, 2 de marzo de 2016

FIARME DE TI, PADRE BUENO




Toda nuestra vida hemos estado fiándonos. Abandonados en brazos de nuestra madre y padre; fiándonos de sus cuidados y amor; sin remedio porque no teníamos otra alternativa; confiados a la suerte de fuesen unos padres buenos. Toda nuestra vida hemos estado fiándonos, y, con más razón, debemos fiarnos de nuestro Padre Dios.

Quizás, como cuando pequeños en nuestras familias, no entendíamos muchas cosas que nuestros padres nos mandaban y exigían, pero, hoy, comprendemos y nos alegramos de haberles hecho caso. Igual nos ocurre con nuestro Padre Dios. Hay algunas cosas que quizás no comprendemos ni entendemos. Y nos resulta difícil fiarnos. Ese es el mérito de la fe, si así podemos considerar para entendernos. La fe que es un regalo de Dios para aquellos que confían, se fían, son dóciles y aguardan, a pesar de sus dudas, en la Palabra del Señor.

Revestidos de humildad y sencillez es como podemos acceder a esa confianza en el Señor. Y es en ese momento cuando Jesús, el Señor, nos toca con su Gracia y nos ilumina. Así le ocurrió a aquella mujer Samaritana, y a su paisanos que, confiados en ella, se acercaron a Jesús. Nuestro Señor sabe el momento que es propicio para darnos su Palabra reveladora. Sabe cuando deponemos nuestra soberbia y abajados de nuestro orgullo, nos revestimos de la suficiente humildad y sencillez para escucharle y abrirle nuestro corazón.

Esta Cuaresma puede ser un momento propicio y oportuno para no dejar escapar la Palabra de Dios. Un momento de Gracia y de Luz para abrir todo nuestro corazón y dejarla entrar para que inunde todo nuestro ser de su Luz y Misericordia, y transforme nuestro corazón. Pidamos ese regalo en este año misericordioso, para que nuestra particular higuera dé los frutos esperados pacientemente por el Señor. Amén.

martes, 1 de marzo de 2016

SI QUIERO ALCANZAR TU PERDÓN MISERICORDIOSO, TENDRÉ YO TAMBIÉN QUE PERDONAR

Misericordiosos como el Padre


No cabe otra alternativa que la del perdón. Pero un perdón sin distinción de personas, razas, clases, ideologías, pueblos...etc. Un perdón universal, porque, ¿qué mérito tiene perdonar a los amigos? Eso lo hacen, nos dice Jesús, también los que no creen en Él. Ustedes perdonen a sus enemigos también, para que vean en esa actitud de perdón que son discípulos míos, nos dice Jesús.

Y esa es la diferencia. Porque una persona que no sea creyente en Jesús no tiene ningún mandato de perdonar a aquel que le ha dado motivos de ofensa o de mentiras. Incluso, se considera engañado y bobo si, encima le perdona. Se experimenta empujado por la sociedad a no perdonar, o a ser considerado idiota.

Los que seguimos y creemos en Jesús tenemos muchas razones para perdonar, tanto a familias, amigos como a enemigos. Porque, en la misma medida y de la misma forma nos perdona Jesús. Y si el Señor nos perdona todo, ¿cómo y con qué cara no voy yo a perdonar a los demás, incluso a mis enemigos? La Misericordia del Señor me fortalece y me ayuda a ser yo también misericordioso como mi Padre del Cielo que es Misericordioso.

Jesús, el Hijo, me lo muestra en muchas parábolas que me enseña: la del Padre amoroso (Lc 15, 1-3. 11-32);  la del propietario que plantó una viña (Mt 21, 33-34. 45-46); la de la higuera plantada que no daba frutos (Lc 13, 1-9) y también en la de hoy entre otras.

No perdamos esta oportunidad de aprovechar nuestra vida para aprender, por la Gracia de Dios, a perdonar. Porque todo el amor que podamos dar será con el fin de perdonar; porque el amor es una constante fuente de perdón. En él se apoya y para él vive.

Y, nosotros, pobres y míseros pecadores, nada podremos alcanzar ni perdonar si no es por la Gracia y la Misericordia de Dios. Pidamos, más en este año de la Misericordia, ser Misericordiosos como el Padre. Amén.

lunes, 4 de enero de 2016

EL IRRESISTIBLE ENCUENTRO CON JESÚS



Doy por hecho de antemano que encontrarse contigo, Señor, tiene que ser irresistible. Tu Mirada, tu Palabra y todo lo que de Ti se desprenda tiene que ser hermoso, lleno de gozo y de paz. Tiene que provocar éxtasis y amor. ¿Cómo no me ocurre eso a mí? La respuesta posible es que todavía no te he encontrado de forma plena. Porque de lo contrario hubiese experimentado lo mismo que Andrés y Juan.

Por eso, una vez más de las que todavía me quedan que pedirte, te ruego Señor que me abras los ojos, y también el corazón para encontrarme seriamente y responsablemente contigo. Necesito tu Mirada, para que mis ojos queden deslumbrados para la eternidad; necesito tu Palabra, para que mi corazón despierte de este letargo mundano que lo tiene dormido y ciego; necesito, Señor, tu Gracia, para que mi vida se levante y mi corazón arda con tu Pasión y Amor, y se esfuerce en imitarte.

Dame, Señor, la sabiduría de saber responderte y, sobre todo, esperarte. Porque yo sé que me escuchas. ¡Faltaría más! Tú tienes Palabra de Vida Eterna, y me lo has prometido. Y tus promesas siempre se cumplen. Sí, mi Señor, Tú me escuchas. Posiblemente ocurra que yo no tenga paciencia para escucharte ni para esperarte. Soy un pobre pecador que pide clemencia y perdón. No mires mis pecados, ni mis flaquezas, porque no soy digno de tu Amor, Señor.

Imploro tu Misericordia, precisamente el año que tu Roca, la que Tú fundaste en Pedro, hoy Francisco, ha proclamado en este año. Sí, mi Señor, ese Pedro, llamado Simón, que Tú cambiaste de nombre al serte presentado por su hermano Andrés. 

Cámbiame también mi nombre Señor, y transforma mi corazón, para que yo, como él, responda también a tu llamada y proclame tu presencia entre nosotros. Amén.