Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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lunes, 18 de marzo de 2019

¡PADRE, QUE SEA MISERICORDIOSO COMO TÚ!

Resultado de imagen de Lc 6,36-38, por Fano
Mi primera petición, Padre, es pedirte que transformes mi corazón endurecido por el pecado en un corazón misericordioso como el tuyo. Porque, necesito perdonar y comprender los pecados de los demás, pues, en esa medida serán también perdonados los míos. Por eso, Padre, mi primera petición va dirigida a que mi corazón se transforme en un corazón suave, bueno y, sobre todo, misericordioso.

Y la segunda, Señor, es la del perdón. Necesito también un corazón que, además de ser misericordioso sea justo. Es decir, un corazón que no juzgue ni condene, porque yo no soy nadie para juzgar ni condenar en cuanto soy un pecador también que peco y cometo errores, faltas y pecados. Un corazón capaz de eludir los juicios y condenas para ser capaz de perdonar.

Porque, no juzgando ni condenando, me será más fácil perdonar. Y en esa medida no seré yo también juzgado ni condenado, y, por lo tanto, seré perdonado. No porque yo lo diga y lo crea, Señor, sino porque son tus Palabras y porque mi corazón lo entiende y comprende así: No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.

Pero, sucede otra cosa, ¿en qué medida doy y me doy? ¿Trato de evitar dar o dar de lo que me sobra? ¿Y me presto a darme cuando es algo cómodo que no me exige esfuerzo? Realmente, ¿cúal es mi medida? Porque, en y con la medida que dé, así recibiré. Por eso, Señor, te pido también que me des un corazón,  además de misericoridoso y limpio de no atreverme a juzgar ni condenar, un corazón compasivo, generoso  y entregado, capaz de dar y darse con todo su corazón y de forma limpia y justa. Amén.

sábado, 26 de agosto de 2017

SIN JUSTICIA NI MISERICORDIA

Cuando se actúa sin justicia ni misericordia se descubren malas intenciones y engaños. Porque, quien es injusto no es bueno y esconde malas intenciones. No hay verdad en aquel que no hace justicia ni comprende las debilidades de los otros. Posiblemente, él no las haya experimentado, porque tampoco las ha hecho. Gusta de mandar a otros, pero él no ha movido un dedo para experimentar el esfuerzo y el dolor del trabajo y del peso de la carga.

Las leyes son para que otros las cumplan y las padezcan, pero ellos las acomodan a su manera particular de entender la vida. Descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad, y la aplican a los demás. Ellos, al parecer, quedan exentos.

Por lo tanto, no por eso descuidemos nosotros la Ley, ni tampoco dejemos de ser justos, misericordiosos y fieles a la Palabra de Dios, aunque salga de sus bocas. Pero, no les imitemos, sino tratemos de ser fieles a la Palabra de Dios. Él es nuestro único Guía, nuestro único Señor y Padre. Pongámonos en sus Manos y dejémonos conducir por la acción del Espíritu Santo, que nos asiste, nos aconseja y nos mueve a cuidar de la obra creadora del Padre, que ha puesto en nuestras manos para que la trabajemos para el bien de todos los hombres.

Demos gracias a Dios, nuestro hacedor, que nos ha regalado todo lo que somos y tenemos. Despertemos y descubramos que todo lo que nos rodea es obra del Creador, Señor y dueño de todo lo visible e invisible. Y todo nos ha sido dado gratuitamente, para que también nosotros hagamos lo mismo. Nada nos pertenece y todo lo debemos trabajar con la humildad de compartirlo y ofrecerlo para el bien y disfrute de los demás. Todo con verdadero respeto, cuidado y generosidad.

Pidamos a Dios que nos alumbre el verdadero camino, que nos dé la luz y la sabiduría necesaria  para, con nuestros esfuerzos, poner todo al servicio de los demás. Y, también, ser coherentes con nuestras palabras, que lo que decimos se corresponde con lo que hacemos. Que sepamos ser humildes y confesar nuestras debilidades y pecados y dejarnos ayudar con verdadera obediencia y fidelidad. Amén.

miércoles, 20 de agosto de 2014

¡MIS CRITERIOS ESTÁN MUY LEJOS DE TI, SEÑOR!



El mundo sigue anclado en el "ojo por ojo y diente por diente", aunque aparentemente parezca olvidado. Cuando recibes un favor, de alguna manera te sientes comprometido con devolverlo, al menos en la medida de tus posibilidades. Te sientes agradecidos y contrae una deuda con esa persona. En el fondo no se hacen las cosas de manera desinteresada, aunque se diga lo contrario, porque esperas, por lo menos, que te lo agradezcan, y si no es así no te sienta bien.

De la misma forma, cuando recibe una ofensa, o te sientes excluido o marginado, guardas en tu corazón el deseo de venganza y aguardas el momento en que puedas hacerlo o desahogar ese resquemor que arde en tu corazón. Nos cuesta mucho olvidar, perdonar y amar. Ambas cosas van juntas y no se dan separadas. Porque para olvidar hay que perdonar, y sin amor no hay perdón y menos olvido.

Y no digamos de los méritos, la justicia y el derecho. Todo lo relacionamos con el esfuerzo, el tiempo y el trabajo. No cabe en nuestra cabeza que tenga más recompensa una persona que haya trabajado menos tiempo que otra. No lo entenderíamos. Y por eso no entendemos como Jesús les puede pagar lo mismo a aquellos que trabajan sólo la última hora de la tarde que a los que han trabajado todo el día.

Sólo el Señor sabe lo que es realmente justo y lo que guarda nuestro corazón. Motivos tendrá para actuar así, pues ya, desde la eternidad, lo hace con cada uno de nosotros. Hemos recibido tanto sin merecer nada. Igual hace con aquellos que nosotros creemos que merecen menos.

Líbranos Señor de tanta necedad, de tanta ignorancia y de nuestros pecados, y convierte nuestro corazón en un corazón misericordioso y justo. Amén.

jueves, 24 de octubre de 2013

CUANDO ME HIERVE LA SANGRE



Hay muchos momentos que tu sangre es un volcán en fuego. La sangre fluye hirviendo por tus venas y tu corazón late a toda velocidad. Estás envenenado de furia y rabia. En esos instantes puedes cometer una locura y necesitas mucha paciencia y toda la ayuda posible del Ángel de la guarda. ¡Dios mío!, te sientes impotente y desorientado.

Hay, en esos instantes, una lucha entre el bien y el mal. Lo que, en verdad y justicia, debes hacer, y lo que tú deseas hacer. Sin lugar a duda que deseamos tomarnos la justicia por nuestra cuenta y rápido. Pero actuar en justicia y verdad requiere paciencia, serenidad y proceder justamente, pero con caridad y amor.

No es nada fácil, y ese fuego ardiendo debemos controlarlo para hacer justicia por amor. Nuestro Padre Dios nos lo da cada día, y por su Misericordia somos perdonados a cada instante. ¿Cómo no vamos nosotros a esforzarnos en perdonar? Sí, nos sabemos impotentes, pobres y necesitados de las fuerzas necesarias para hacerlo, pero tenemos al Espíritu Santo que nos fortalece y nos asiste.

Pidamos, pues, la Gracia del Espíritu para encontrar la forma de ser pacientes y apagar esa llama incandescente de soberbia y venganza, y alimentar el verdadero fuego del amor que Jesús ha venido a prender en nuestros corazones. 

Recemos todos juntos un Padre nuestro... y parémosno unos segundo cuando pronunciamos... "así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden"...

domingo, 29 de septiembre de 2013

LÍBERAME DE MIS RIQUEZAS



No se trata simplemente de tener bienes y riquezas, sino de tener un corazón cerrado, egoísta y ambicioso. Jesús tuvo amigos ricos, (Lázaro, José Arimatea, Zaqueo...) y no les reprendió por el hecho de serlo, al contrario mantuvo gran amistad con ellos. Se trata de tener un corazón abierto, generoso y solidario con aquellos que pueden necesitar tu ayuda, y que también la aceptan.

Se trata de ser misericordioso y disponer de tus riquezas, tanto materiales como intelectuales e espirituales en servicio de los demás. Me atrevería a decir también, tu talento bloguero para llegar a los demás y darle ese apoyo, por la Gracia de Dios, que necesitan para levantarse. También puede ser una riqueza que tengas ahí escondida o guardada sin querer compartirla.

Tus riquezas y capacidades de oración, de hacer comunidad, de hacerte presente entre los amigos, de participar y contribuir a que cada día haya menos pobres de espíritu de Dios y también del pan que necesitamos para vivir. Porque en Él todos somos ricos y compartimos según nuestras necesidades.

Pidamos al Padre que nos dé un corazón más solidario, más generoso, pero sobre todo más misericordioso, porque primero se trata de pararnos, ver que le puede hacer falta al hermano, y luego darle lo que le pueda ayudar. El buen samaritano nos marca el camino, y eso queremos pedirte Padre, que nos dé un corazón como el de aquel samaritano.

miércoles, 21 de agosto de 2013

PERDONA MI OSADÍA



Déjame recoger las migajas que caen de tu mesa, Señor. No merezco otra cosa. Recuerdos las palabras de aquella mujer cananea: "También los perros, como yo, tienen derecho a recoger las migajas que caen de la mesa de sus amos", que Tú habías reprendido. Y te admiró la fe de esa mujer, y tu Misericordia la inundó y la colmó de gozo y salud.

Yo también quiero ser inundado de tu Amor, y salvado en tu Justicia, porque Tú eres un Padre Bueno, que das a cada uno lo suyo gratuitamente y por Amor. Dame la paciencia de saber esperar tu llamada y estar atento en la plaza de mi corazón a que me convoques al trabajo de tu Viña.

Perdona mi atrevimiento y mi osadía. Acepto tu salario, lo que tu Infinita Misericordia considera a bien darme. Todo es tuyo Señor, y todo lo recibido es Gracia de tu Bondad Infinita. Dame la sabiduría de estar presto a tu llamada y acudir a tu solicitud de trabajo. Me conformo con lo estipulado para mi paga.

Tú, Señor, eres un Amo justo y misericordioso, y lo que decidas pagarme es lo convenido. Tú nunca defraudas ni sometes, ni explotas, ni das lo que no es merecido. Por eso, Señor, te pido la Gracia de tu Amor Infinito para saber siempre responder a tu generosidad y llamada.

Quiero ser uno de los convocados a trabajar en tu Viña, y quiero estar en el lugar que Tú decidas para mí. Estoy atento a la hora que quieras llamarme y el salario que quieras darme. Sé que Tú Palabra es Palabra de Vida Eterna, y en ella confío y me apoyo.

martes, 4 de junio de 2013

A CADA CUAL LO SUYO



Justo es repartir a cada cual lo que le pertenece, de tal forma que hecho así, todo conflicto y desavenencia quedará extinguido y no habrá lugar. Sin embargo, nuestra experiencia es contraria: existen muchos conflictos y enfrentamientos precisamente porque no se hacen las cosas con justicia y equidad.

Con una mala intención rumiada, y con el deseo de ridiculizarlo y enfrentarlo con la autoridad de su época, el Cesar, algunos fariseos y herodianos preguntaron a Jesús: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?». La pregunta, por sí sola, transparentaba la mala intención envenenada que contenía. Sin embargo, Jesús responde con serenidad, con sabiduría y con justicia: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios».

¿Tratamos nosotros de conducirnos de esa forma en nuestra vida? ¿Buscamos nosotros la verdad desde la oración y la asistencia del Espíritu Santo según la Voluntad y justicia de Dios? ¿Sabemos cómo hacerlo?

Posiblemente diremos que no, y precisamente por eso descubrimos que tenemos que orar y pedirle al Señor que nos ilumine en el Espíritu para encontrar respuestas que alumbre nuestra vida y nuestro camino. No perdamos de vista que Jesús espera nuestras preguntas, nuestras peticiones, nuestras súplicas. Y que el mismo nos ha prometido que recibiremos según pidamos.

Danos Señor la sabiduría para saber dar respuestas a nuestra vida según tu Palabra. Amén.