Justo es repartir a cada cual lo que le pertenece, de tal forma que hecho así, todo conflicto y desavenencia quedará extinguido y no habrá lugar. Sin embargo, nuestra experiencia es contraria: existen muchos conflictos y enfrentamientos precisamente porque no se hacen las cosas con justicia y equidad.
Con una mala intención rumiada, y con el deseo de ridiculizarlo y enfrentarlo con la autoridad de su época, el Cesar, algunos fariseos y herodianos preguntaron a Jesús: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?». La pregunta, por sí sola, transparentaba la mala intención envenenada que contenía. Sin embargo, Jesús responde con serenidad, con sabiduría y con justicia: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del
César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de
Dios, a Dios».
¿Tratamos nosotros de conducirnos de esa forma en nuestra vida? ¿Buscamos nosotros la verdad desde la oración y la asistencia del Espíritu Santo según la Voluntad y justicia de Dios? ¿Sabemos cómo hacerlo?
Posiblemente diremos que no, y precisamente por eso descubrimos que tenemos que orar y pedirle al Señor que nos ilumine en el Espíritu para encontrar respuestas que alumbre nuestra vida y nuestro camino. No perdamos de vista que Jesús espera nuestras preguntas, nuestras peticiones, nuestras súplicas. Y que el mismo nos ha prometido que recibiremos según pidamos.
Danos Señor la sabiduría para saber dar respuestas a nuestra vida según tu Palabra. Amén.
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