Sé, Dios mío, que necesitas mi libertad y voluntad para darme tu Gracia. Sé, que por tu Amor, nos has regalado el don de la libertad y la has fortalecido con la voluntad para poder ser capaces de ponernos en tus Manos. Sí, lo sé Señor porque así nos los ha hecho saber. Pero me siento débil, tan débil y enfermo como este leproso de hoy que te pide que le limpies.
Yo también quiero decirte lo mismo: "Límpiame Señor", porque estoy enfermo de la lepra de mi pereza, de mi soberbia, de mis suficiencia, de mis apegos, de mis egoísmos... Límpiame Señor porque me siento enfermo y necesitado de tu Gracia para sanar. Límpiame Señor de mis apariencias, de mis vanidades, de mis autoengaños, de mi ignorancia, de tantas cosas que ignoro y paso por alto.
Límpiame de mis tormentos, de mis inquietudes exigentes que amenazan mi camino con la tentación de abandonar... Límpiame de la vanidad de los halagos y comentarios que suben mi ego; de los premios que me empujan y ocultan tu presencia. Límpiame de ser ingenuo y tonto y no darme cuenta de que eres Tu quien debe crecer, como supo reconocer Juan Bautista, y yo menguar y apartarme en un recodo del camino.
En Ti, mi Señor, deposito mi confianza.
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