Experimento la debilidad de mis fuerzas, y me siento incapaz de vencer mis miedos, mis retos, mi ignorancia, mis temores...¡No sé, fuera de Ti Señor, dónde acudir ni qué hacer! Sólo me quedas Tú como último y primer apoyo de mis afanes y obstáculos.
Hay mucho camino que recorrer en oscuridad y a ciega, y solo acompañado en tu Espíritu tendré la luz que me alumbre la ruta por la que he de seguir. No quiero ir solo, porque me perdería. ¡Necesito tu compañía y tu luz, Señor!
Dame un corazón como el de María, capaz de no desesperar, humilde, para saber conservar todas las dificultades de mi vida dentro de mi pobre corazón, y esperanzado para aguardar con paciencia y fe todos aquellos acontecimientos que no entienda ni llegue a comprender. Fortalece mi espíritu para que, confiado en tu providencia, me deje llevar y mirar por tu mirada bondadosa y misericordiosa.
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