Sé que yo no puedo ser bienaventurado si no cuento con tu Gracia, Señor. Sé que mi humanidad debilitada por el pecado esta caída y débil. No tengo fuerzas para levantarme y llorar con los que también lloran. Sé que mi espíritu está triste y necesita experimentar esa alegría que da tu salvación. Me cuesta ser pobre y despojarme de todos mis apegos, comodidades y egoísmos.
Siento miedo de enfrentarme a la justicia que bajo las apariencias de la legalidad y justicia es injusta. Siento miedo de sufrir y llorar por defender a los que sufren y lloran. Y mucho más miedo cuando soy perseguido por defender tus Bienaventuranzas y tratarlas de llevar a mi vida. ¡Qué mal ejemplo y discípulo soy, Señor!
Me siento lejos y distante de alcanzar esa gracia de ser bienaventurado, pero no pierdo, a pesar de mi fracaso, la esperanza de lograrlo algún día. Porque confío, al menos tengo esa esperanza, en Ti, mi Señor. Porque contigo, por tu Gracia y Misericordia, si puedo conseguirlo. Porque Tú no me dejas solo, sino que me acompañas y me das las fuerzas que necesito para vivirlas en mi vida.
Quiero, Señor, dejarme llevar por tu Espíritu, y permitir, por esa libertad que Tú me has regalado, que transformes mi petrificado corazón en un corazón de carne, amoroso y entregado en servir a los demás, para alcanzar, por tu Amor y Misericordia, la gracia de ser bienaventurado en tu Nombre. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario