Soy una oveja que vive y se siente segura en el redil de su Pastor. Pero, como oveja, necesito pastar y salir a la llanura en busca de pastos. Es el alimento que mi cuerpo necesita para vivir, pero conseguir ese alimento exige riesgos, riesgos que permiten al lobo acercarse y poder devorarme. Me siento amenazado y necesito protección.
Por eso, debo estar siempre a la vista de mi Pastor, cerca y agarrado a Él, porque vigilado y en sus Manos no tendré nada que temer. Él me protegerá, me acompañará y me conducirá cada noche a su redil, para que allí pueda descansar seguro y en paz. Y, como cada día, salir a la luz del sol a pastar el alimento necesario para la vida.
SALMO 22
EL BUEN PASTOR
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
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