Por la Gracia del Espíritu Santo me voy dando cuenta que lo único importante, no es el hacer ni, tampoco, acumular obras, sino el hacerlas con amor. Eso me ha llevado a darme cuenta que hay obras que hago, quizás sin verdadero amor, sino por interés; por quedar bien; por prestigio o porque siento que es lo que debo hacer. Es decir, por ley.
También, puede ocurrir que se deba muchas de mis obras a mi propio egoísmo de quedar por encima de otros o de destacar más que otros. En cierta manera, confieso que yo mismo desconozco mis impulsos y mis formas de actuar en muchas ocasiones. Y, dándome cuenta de este proceder, me confieso y reconozco mi falta y pido perdón y misericordia al Señor.
Me he dado cuenta que lo verdaderamente importante es amar. Es decir, obras sí, pero realizadas con verdadero amor. Y, al mismo tiempo, me doy cuenta, Señor, que solo Tú puedes hacer que ese verdadero amor nazca dentro de mi corazón. Un corazón herido y contaminado por el pecado. Gracias, Señor por esa Gracia de empezar a darme cuenta de mi falta de amor. Y, gracias de nuevo, porque llenas mi corazón de ese buen amor que necesito para amar.
Yo, confiado en tu respuesta, te doy gracias de antemano esperando que, poco a poco, y, día a día, mi corazón sea cada vez más amor y menos egoísmos. Amén.