Repitiendo las palabras, que invito a meditar, de Pablo en - Rom 8, 35-39 - experimentamos que a nada debemos tener miedo. En Jesús tenemos garantizado el triunfo sobre el mal y, a pesar de los sufrimientos que en este mundo tengamos que soportar, permaneciendo en Jesús todo se podrá soportar. Posiblemente tengamos dudas o miedos, pero confiemos en Jesús, nuestro Señor y abandonemos en sus Manos. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna.
Tengamos confianza y pidamos con verdadera fe desde lo más profundo de nuestros corazones. Tengamos la seguridad de que Jesús, el Señor, nos escucha y nos responde. Recordemos que Él nos ha invitado, nos lo decía en el Evangelio de ayer, pedir y se les dará; buscar y encontrarán; llamad y se les abrirá. ¿Acaso son palabras dicha por un cualquiera o sin responsabilidad y sentido? Son Palabras del Señor, Aquel que ha vencido a la muerte en la Cruz y ha Resucitado para Gloria de Dios.
Por lo tanto, son palabras seguras, garantizadas y cien por cien que tienen cumplimiento. Sólo necesitamos creerlas y confiar en Él. Esa ha sido la experiencia de muchos que, abiertos a su Palabra, ha experimentado la Gloria de su Resurrección y están hoy a su derecha. Confiemos en el Señor como hizo Marta y muchos otros. Y, conscientes de que eso no está a nuestro alcance, Señor, te pedimos que nos des el don de la fe y fortalezcas nuestras voluntades e ilumines nuestras mentes para que nuestros corazones se abran disponibles a tu Voluntad y a a tu Palabra. Amén.
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