Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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lunes, 21 de junio de 2021

LA GRACIA DE SER MISERICORDIOSO

 

Puedes ser muy bueno y considerado como una buena persona, e incluso hace muchas buenas obras de caridad, pero, si no tienes misericordia, serás juzgados de la misma forma. Es decir, si en tu vida has actuado de forma inmisericorde, también, a la hora de tu juicio serás tratado de esa forma inmisericorde. Por decirlo y repetirlo, que nunca viene mal recordarlo,  mi y nuestra salvación eterna pasa por vivir en y con una actitud misericordiosa.

El Padrenuestro nos lo revela y descubre. Precisamente, es la oración por excelencia que Jesús nos propone y nos sugiere. Y en ella decimos: ...perdónanos nuestras ofenzas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden... Es decir, no es cosa que nosotros deducimos o suponemos, es Palabra de Dios, porque nos lo propone el mismo Jesús. Y nos deja muy claro que la puerta de nuestra salvación está escondida y contenida en la actitud misericordiosa con la que vivamos en nuestra relación con los demás.

También, y de una manera clara, esa misericordia, exigida de forma imprescindible y necesaria, está contenida claramente en el único y primer mandamiento: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos ha enseñado". Y el Amor de nuestro Señor Jesús es Misericordioso.

Es evidente que emular a Jesús está por encima de nuestras capacidades humanas. Necesitamos su Gracia y la acción - que la tenemos - del Espíritu Santo, para poder amar misericordiosamente como Él nos ha ama y nos ha enseñando. Pidámosla con fe y confianza, abriendo nuestro corazón al Espíritu Santo recibido en nuestro bautismo, la Gracia de vivir en actitud misericordiosa. El Señor, que es nuestro Padre, nos escuchará con seguridad y nos dará lo que realmente necesitamos para vivir en esa actitud misericordiosa. Amén.

martes, 1 de octubre de 2019

UN CORAZÓN MISERICORDIOSO

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Mi corazón, Señor, esta contaminado por el odio, la ambición, la soberbia, la pereza y la venganza entre otras muchas apetencias. Es el pecado que, aunque lavado en y por el Bautismo, por mi condición humana y pecadora, me hace caer repetidamente cada día. Y necesito levantarme y, limpio, volver a empezar el camino. Gracias, Señor, por esa maravilla del sacramento de la Reconciliación donde me das la oportunidad de volver a limpiarme y resarcirme de todas mis faltas y errores, sobre todo de ese deseo irrefrenable de venganza ante las ofensas recibidas.

En el Padrenuestro, la oración que nos enseña Jesús, pedimos el pan de cada día. Pero, no sólo el pan material, sino también el espiritual que nos da firmeza y sujeta nuestra fe por la Gracia de Dios Padre. Y también pedimos el perdón de nuestros pecados, que trae como condición indispensable el perdonar también nosotros las ofensas recibidas de los otros. No podré recibir la Misericordia de Dios si yo no estoy dispuesto a, contando con su Gracia, perdonar a los demás, incluso a mis enemigos.

Y es que Jesús, el Señor, no sólo nos lo enseña y nos lo dice, sino que nos da ejemplo. En el Evangelio de hoy comprobamos como Jesús reprende a Santiago y Juan cuando manifiestan el deseo de vengarse y de arrojar fuego sobre los habitantes de aquella aldea de Samaría por no acoger a Jesús. El Señor le invita  a irse a otro sitio sin responder a ese rechazo de acogerlos.

¿Me dice eso algo a mí? ¿A cuántos que me han ofendido me resisto a darle mi perdón y les aguardo una oportunidad para vengarme? ¿Cómo es posible que no escuche ni medite lo que Jesús me dice en y con su Palabra? Realmente, ¿mantengo esa actitud en mi corazón o, abierto a su Misericordia le suplico que me transforme y me dé un corazón misericordioso?

La Palabra no es solo para conocerla sino para, conocida, vivirla. Al menos intentarlo, pues de no ser así estaremos siendo indiferente, como ayer el rico epulón respecto al pobre Lázaro. Pedimos vencer esa indiferencia y estar atentos al dolor que nos rodea y no responder con venganza. Amén.

miércoles, 14 de agosto de 2019

ENSÉÑAME, SEÑOR, A ORAR

Resultado de imagen de Mt 18,15-20
Nos has recomendado, Señor, el Padrenuestro, y nos has enseñado a rezarlo. Pero, mi experiencia me interpela y me sugiere que no debo rezarlo como una oración más del día y dentro de un cumplimiento piadoso y sistemático de cada día, sino como una oración vivida y prolongada en el tiempo de cada día donde esas palabra,s que me has enseñado, se vaya vivenciando en cada instante de mi vida.

Dame, Señor, esa capacidad vivencial de hacer de cada momento de mi vida que tus Palabras se hagan vida en mi vida. Dame, Señor, la sabiduría para que mis palabras se conviertan en una plegaria y súplica al Padre de petición por mis necesidades, tanto materiales como espirituales. Dame, Señor, la fortaleza de abrir mi corazón a tu Reino y no al que yo me voy construyendo desde mis apetencias y egoísmos. Dame, Señor, la sabiduría de convencerme y aceptar tu invitación a pedir por mis necesidades, porque, si me has invitado es porque quieres escucharme y auxiliarme. De no ser así sería, Señor, un falso e hipócrita.

Luego, ¿por qué me cuesta tanto convencerme y creerte Señor? Dame, Señor la fe que tanto necesito y fortalece mi espíritu débil y seducido por las cosas de este mundo. Dame, Señor, la perseverancia y paciencia de aguardarte y esperar tus respuestas pacientemente, sin desfallecer y sin abandonar. Dame también, Señor, la luz para injertado en la comunidad rezar junto a otros hermanos aprovechando así, porque Tú nos lo has prometido, tu Palabra de que estás presente entre nosotros, y pedirte, cara a cara, por todas nuestras carencias y necesidades que Tú conoces mejor que cada uno de nosotros.

Enséñanos, Señor, a rezar, que no es otra cosa que creer en tu Palabra y confiar en Ti. Enséñanos, como si de niños se trata, a dejarnos llevar por tus consejos, por tus advertencias de cada día en las Palabras de tu Evangelio y por la acción del Espíritu Santo que nos guía y auxilia. Amén.

domingo, 28 de julio de 2019

PADRENUESTRO DE CADA DÍA

Resultado de imagen de Lc 11,1-13 dibujado según Fano

Creo, al menos lo digo por mí, no somos consciente de la oración del Padrenuestro. Y cuando digo que no somos consciente me refiero a que cuando lo pronunciamos no caemos en la cuenta de lo que realmente decimos. Es algo que nos sale como por inercia, rutina y costumbre, porque, ¿realmente nos damos cuenta de que le llamamos a Dios Padrenuestro. Y no sólo eso, sino que todo lo que viene detrás son palabras huecas que no tienen correspondencias en nuestras vidas.

Decimos Padrenuestro, pero, ¿nos sentimos hermanos los unos de los otros? No hace falta sino levantar nuestra mirada y mirarnos unos a otros. ¿Cómo es posible que haya tantas injusticias a nuestro derredor? Precisamente, este mes de junio estamos rezando, sugerido por el Papa Francisco, para que aquellos que administran la justicia obren con integridad, y para que las injusticias que atraviesan el mundo no sea la última palabra. ¿Cuántos están preocupados por eso y cuántos rezan esta oración?

Y si seguimos analizando lo que decimos en el Padrenuestro podemos preguntarnos, ¿cómo santificamos el nombre de Dios? Quizás, y son minorías, con una misa a la semana, una media hora y poco, y a lo nuestro. Y hasta el próximo domingo. Pero, eso no es lo peor, sino la actitud que guardamos durante la semana en los ambientes en los que vivimos. ¿Buscamos el Reino de Dios? ¿Hacemos su Voluntad? Perdonamos las ofensas que nos hacen, incluso los enemigos? ¿Y tratamos de apartarnos de las situaciones que nos incitan a malos pensamientos, tentaciones y ocasiones de pecado?

Pidamos al Señor que nos ayude a ser más conscientes de nuestras palabras y a ser más coherentes con nuestras vidas según su Palabra. Pidamos, busquemos y toquemos, tal como Él nos anima hoy en su Palabra para que recibamos, encontremos y abramos nuestros corazones a estar disponible y en actitud de dejarnos moldear por su Espíritu. Amén.

martes, 12 de marzo de 2019

UN ESTILO DE VIDA

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La oración que Tú, Señor, nos has dejado es un estilo de vida según la Voluntad de tu Padre. No es una oración cualquiera como muchas que hay, y, dicho sea de paso, todas son buenas, sino una oración directa, concisa y concreta que habla de todas nuestras necesidades materiales y espirituales y que nuestro Padre conoce a la perfección y mejor que nosotros, pues somos sus hijos.

Es una oración que nos marca el camino de cada día y cada instante de nuestra existencia. Es una oración que amanece santificando al Padre y dándole gracias por todo lo que nos da cada día, empezando por la vida, la salud y fuerzas para sostenerla y aceptarla, tal es su Voluntad. Es una oración que sus primeras palabras van a reconocer que Dios es nuestro Padre y, por lo tanto, nos hermana en la fe. Es una oración donde expresamos nuestros deseos de aceptar su Reino y su Voluntad, que nos compromete a vivir en esa actitud cada día. Eso nos dará pie para buscar un espacio de silencio y serenidad para interpelarnos por nuestra conducta diaria en referencia a lo que decimos en el Padrenuestro.

Es una oración donde le pedimos a nuestro Padre por el pan que necesitamos cada día, y donde nos comprometemos también, no sólo por nuestro pan, sino por el pan que el Señor quiere que compartamos con aquellos a los que no les llega. No porque el Señor no quiera, sino porque, quizás nosotros se lo quitamos de las manos y lo tomamos para nosotros. Nuestro Padre Dios nos pide fraternidad.

Y llegamos al momento más fuerte, el perdón. Queremos y deseamos ser perdonados por nuestro Padre Dios, porque nos sabemos pecadores. Sin embargo, hay una condición: seremos perdonados en la medida que también nosotros perdonemos. Eso nos obliga cada día a revisar nuestras actitudes con respecto a los demás y a tratar de perdonar las posibles ofensas recibidas. Porque, sólo en esa medida también nosotros seremos perdonados. 

Y, por último, le pedimos al Padre que nos proteja cada día de los peligros que nos acechan. Sobre todo, del demonio que trata de tentarnos y confundirnos aprovechando nuestras debilidades y apetencias. Pero, también nosotros tenemos que colaborar y estar atento. Discernir dónde debemos estar; dónde debemos cerrar los ojos o de dónde debemos huir para evitar la tentación y librarnos del mal. Amén.

miércoles, 10 de octubre de 2018

COMO SI FUERAMOS NIÑOS

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Es la actitud que tiene un niño con su padre. Cualquier cosa que le haga falta, piensa inmediatamente en su padre. ¿Quién si no se lo va a dar? La única diferencia es que el padre de aquí abajo no puede darle todo, ni tampoco sabe que es lo que mejor y más le conviene a su hijo. Por el contrario, nuestro Padre del Cielo lo puede todo y sabe que cualquier momento que es lo que más conviene al hijo.

Por lo tanto, orar es pedir lo que realmente necesitamos, y como la clave es que no sabemos pedir ni lo que realmente más nos interesa, mejor dejar todo en Manos del Padre y simplemente estar atentos a su Voluntad. Posiblemente, el Señor sabedor de todo eso nos recomendó esa hermosa oración del Padrenuestro. Una oración que se hace vida desde que despertamos hasta que volvemos a cerrar los ojos por la noche.

Sí, tenemos un Padre en el Cielo que Jesús, el Hijo, nos ha revelado. Un Padre que cuida de nosotros y al que tenemos obligación moral, como hijos, de santificar y adorar. Y de obedecerle, porque sólo Él sabe realmente que necesitamos y que nos conviene para nuestra salvación. Por eso queremos hacer su Voluntad no la nuestra. Y, como Padre nuestro que es, le pedimos por todas nuestras necesidades, materiales y espirituales. Él mejor que nadie puede dárnosla y saber cuales son las que más necesitamos. 

Y, también, imploramos su Misericordia, porque la necesitamos, pues somos niños traviesos que le desobedecemos y pecamos, y que nos aparte de caer en las tentaciones de este mundo, porque, sin Él estamos en constante peligro. Por lo tanto no debemos alejarnos de nuestro Padre. Pidamos esa Gracia y el vivir cada día esa hermosa, simple y sencilla oración que nos sostiene firmes y junto a nuestro Padre Dios. Amén.

martes, 20 de febrero de 2018

DIFICULTAD EN LA ORACIÓN

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La dificultad en la oración, a mi manera de ver, estriba en nuestros propios razonamientos y en la manera de descubrir lo que realmente necesitamos. Con frecuencia pedimos lo que nos gusta y lo que le apetece a nuestros sentidos y pasiones. No queremos prescindir de nada que nos guste o interese, porque eso nos hace sufrir y nos produce dolor. Pero, ¿será eso lo que nos viene bien y nos conviene para crecer en madurez, perfección y amor?

En muchas ocasiones, por no decir casi siempre, imagino que nuestros gustos no son los del Señor. Y, por consiguiente, nuestras oraciones y peticiones irán encaminada en otra dirección a lo que el Señor ve que nos hace falta y nos conviene. Quizás rebuscamos oraciones y enredos de palabras que hasta a nosotros mismos nos cuesta entender y nos perdemos sin saber ni que decimos. Mejor es ponernos en Manos del Señor, que sabe lo que nos hace falta y conviene, y seguir su consejo.

El Padrenuestro es la oración por excelencia, porque en ella pedimos todo lo necesario y lo que realmente nos conviene. Estamos necesitados de muchas cosas, el pan de cada día, pero no de tantas que nos pueden sentar mal. Simplemente, lo que necesitamos. Ni más ni menos, porque demasiado nos sobra y nos puede perjudicar. A veces la abundancia nos desespera y nos despierta pasiones y sentimientos egoístas, y hasta nos enfrenta a unos con otros. Danos, Señor, mesura, equilibrio y paz.

Es sabido, y también experimentado por todos, la dificultad del perdón. Nos cuesta mucho perdonar. Pues bien, nuestra segunda petición es pedirle fortaleza, sabiduría, paciencia y capacidad para perdonar. Perdonar, sobre todo, a nuestros enemigos. Esta es una asignatura que siempre tendremos en deuda, y necesitamos pedírselo al Señor para que con su Fuerza podamos vencernos y perdonar.

Y, por último, le pedimos que nos saque del peligro, de ese peligro que siempre nos rodea, tanto en la propia familia, como en el ámbito laboral como social. Líbranos, Señor, del mal y darnos esa sabiduría, serenidad y paz para sostenernos siempre fiel a tu Palabra y en tu presencia. Amén.

miércoles, 11 de octubre de 2017

SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

Hablar con mi Padre Dios me exige perdonar. Es algo que se produce en el mismo momento que contacto con Él, porque, Él es la misma Misericordia. Y no cabe ni puedo pedirle misericordia cuando yo no estoy dispuesto a darle a los que me ofenden. Es algo consustancial con la misma oración filial con el Padre. 

El recibir su perdón misericordioso me descubre y exige darlo yo también a los que me han ofendido. Está implícito ahí, y no puedo recibir el perdón si yo no estoy dispuesto a darlo. No hace falta descubrirlo, porque se revela simultáneamente al perdón recibido. Viene adjunto, diríamos en término coloquial, a la misericordia recibida.

Tú experimentas que, en la medida que tú perdones serás perdonado. Son Palabras del mismo Jesús que nos da pauta y camino en la parábola del siervo sin entrañas -Mt 18, 21-35- donde nos descubre la necesidad de perdonar y en la medida que debemos hacerlo. No podemos imaginar a un padre que no perdone a todos sus hijos, ni tampoco a unos hijos que, perdonados por su padre, no se perdonen entre ellos. No cabe entenderlo de otra forma, ni tampoco excluirlo, porque al hacerlo nuestra propia conciencia nos excluye también a nosotros.

El perdón es la máxima expresión del amor, porque quien perdona, ama. El perdón te regala la oportunidad de corregirte, de enmendarte y de levantar tus fracasos para convertirlos en éxitos regados por la Gracia de Dios. Y, supuesto el perdón, todo lo demás toma color y se llena de Gracia, porque, perdonando estamos amando y santificando al Señor. Estamos haciendo presente su Reino y cumpliendo su Voluntad y abiertos a recibir toda su Gracia y alimento que necesitamos para permanecer en Él.

Danos, Señor, esa sabiduría, paciencia, fortaleza y paz, para poder perdonar de la misma forma que Tú nos perdona a cada uno de nosotros. Reconocemos que, solos no podemos, pero contigo todo es posible. En eso confiamos y en Ti, Señor descansamos. Amén.