Puedes ser muy bueno y considerado como una buena persona, e incluso hace muchas buenas obras de caridad, pero, si no tienes misericordia, serás juzgados de la misma forma. Es decir, si en tu vida has actuado de forma inmisericorde, también, a la hora de tu juicio serás tratado de esa forma inmisericorde. Por decirlo y repetirlo, que nunca viene mal recordarlo, mi y nuestra salvación eterna pasa por vivir en y con una actitud misericordiosa.
El Padrenuestro nos lo revela y descubre. Precisamente, es la oración por excelencia que Jesús nos propone y nos sugiere. Y en ella decimos: ...perdónanos nuestras ofenzas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden... Es decir, no es cosa que nosotros deducimos o suponemos, es Palabra de Dios, porque nos lo propone el mismo Jesús. Y nos deja muy claro que la puerta de nuestra salvación está escondida y contenida en la actitud misericordiosa con la que vivamos en nuestra relación con los demás.
También, y de una manera clara, esa misericordia, exigida de forma imprescindible y necesaria, está contenida claramente en el único y primer mandamiento: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos ha enseñado". Y el Amor de nuestro Señor Jesús es Misericordioso.
Es evidente que emular a Jesús está por encima de nuestras capacidades humanas. Necesitamos su Gracia y la acción - que la tenemos - del Espíritu Santo, para poder amar misericordiosamente como Él nos ha ama y nos ha enseñando. Pidámosla con fe y confianza, abriendo nuestro corazón al Espíritu Santo recibido en nuestro bautismo, la Gracia de vivir en actitud misericordiosa. El Señor, que es nuestro Padre, nos escuchará con seguridad y nos dará lo que realmente necesitamos para vivir en esa actitud misericordiosa. Amén.
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