Reconocernos débiles siempre nos ayudará a mejorar y a estar en disposición humildemente de pedirle al Señor que nos de la fortaleza para superarnos en el amor. Amar no es cosa fácil y nos cuesta mucho hasta el punto de ser imposible para nosotros solos. Necesitamos la ayuda del Espíritu de Dios que, recibido en el bautismo nos acompaña para ayudarnos en esos menesteres.
No podemos entender como Dios nos ama. Primero, porque no los merecemos; segundo, porque, ese misterio nos sobrepasa. Su Amor Infinito y Misericordioso será siempre, hasta que estemos en su presencia, un insalvable misterio para nosotros.
No podemos, Señor amar a tu estilo. Reconocemos que si esa es tu Voluntad es porque confías en nosotros y porque con la ayuda y asistencia del Espíritu Santo podemos lograrlo. Porque, nunca nos mandarías algo que nosotros no podamos alcanzar. Sería injusto, y Tú, Señor, eres Justo, Bueno y Misericordioso. Por eso, Señor, nos atrevemos a suplicarte y a pedirte que nos transformes nuestros corazones endurecidos por el pecado en unos corazones suaves, pacientes, comprensivos, humildes y buenos para así amar y ver, tras las apariencias, a tu hijos como los ves Tú mismo.
Desde este rincón de oración, nos dirigimos a Ti para suplicarte que suavices nuestros corazones egoístas para no buscar reconocimientos ni halagos. Simplemente, Señor, amar de forma sincera y auténtica en pobreza y humildad, reconociendo que solo en, con y por Ti podremos amar como Tú, Señor, nos ama. Amén.
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