Todo se reduce a amar y nuestras oraciones deben ir dirigidas a pedirle al Señor que nos enseñe a amar. Él es la referencia y el modelo y, siguiéndole, observándole según la Escritura, iremos, auxiliados y asistidos por el Espíritu Santo, aprendiendo a amar a su estilo y deseos.
No es nada fácil, sobre todo cuando Jesús, el Señor, nos pide amar a los enemigos. Se nos hace difícil y cuesta arriba, pero, si Jesús nos lo dice y manda es que, indudablemente auxiliados en el Espíritu, podemos lograrlo. No hay nada imposible para nuestro Padre Dios, y todo lo que nos pide y manda es buscando nuestro bien y felicidad. Por tanto, confiemos y seamos obedientes a su mandato de Amor.
Porque, en el Amor está contenido toda la Ley y los Profetas, hasta el más pequeño e insignificante de los preceptos. Tratemos, pues, de amar esforzándonos y con la esperanza de que es Jesús, el Señor, quien nos lo dice y quien nos ha amado primero de manera incondicional hasta el extremo de das su Vida para rescatarnos de la esclavitud del pecado y la muerte eterna. Amén.
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