Se trata de ser bien intencionado y no mirar simplemente las infracciones de la ley sino las circunstancias ante ella, que muchas veces no nos dejan otra alternativa queriendo nosotros actuar de otra forma. Confieso, Señor, mi debilidad y mi inclinación a juzgar, a veces sin conocimiento objetivo del hecho. Confieso mi adicción a condenar y encasillar a las personas por sus apariencias y sus actos sin profundizar más en las verdaderas intenciones que esconden en sus corazones. Posiblemente me quedo en lo superficial y en lo que se ve aparentemente, sin más indagación ni reflexión.
Por eso, Señor, consciente de mis errores y mis inclinaciones naturales, quiero hoy pedirte que me des la capacidad de reflexión y de prudencia. La capacidad de ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno y ver con ojos de misericordia la bondad, que se esconde en lo más profundo del corazón, de cada uno de tus hijos, mis hermanos.
Y, sintiéndome culpable de mis juicios, errores y señalamientos, aprovecho para pedirte perdón y rogarte que conviertas mi corazón en un corazón bondadoso, más comprensivo, más humilde y abierta a la misericordia de no juzgar ni señalar, sino comprender con una mirada más pura, más limpia y más amorosa. Amén.
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