HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.
La experiencia nos va descubriendo que todas nuestras apetencias y satisfacciones de este mundo tienen su principio y su fin. Es decir, nacen y mueren. O lo que es lo mismo, son temporales y tienen su tiempo de caducidad. Eso nos revela una cosa, la felicidad no puede encontrarse en cosas caducas, porque, la felicidad que nos interesa es la que nunca termina. Es decir, la eterna.
Aquí abajo, en este mundo, experimentamos la esclavitud de nuestra naturaleza humana pegada a las cosas y apetencias de este mundo. Vivimos angustiados y agobiados corriendo detrás de esa felicidad que, tan pronto como la alcanzamos, de la misma manera desaparece. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué se nos escapa esa felicidad cuando creíamos tenerla en nuestras manos?
Y la experiencia me hace sentir que no puedo escapar. Me experimento sometido y esclavizado de mis propias apetencias. Y mi angustia crece en la medida que percibo que todos mis logros de felicidad mueren tan pronto como nacen. Y una y otra vez experimento ser feliz, y, una y otra vez vuelvo a sentirme infeliz. Con el tiempo llego a cansarme y a instalarme en la resignación y la mediocridad. Entonces, como una veleta al viento voy dando tumbos placenteros y de satisfacciones que no solucionan el deseo máximo de mi vida, alcanzar el verdadero Tesoro de la felicidad eterna.
Quizás es que no existe. ¿Cómo, si lo experimento y percibo dentro de mí? La respuesta puedo encontrarla en mí mismo. Está dentro de mí y no afuera. Necesito buscar dentro de mí a ese Dios que vive en mí. Luego, en Él y con su Gracia mi búsqueda será otra cosa muy diferente. Pero, primero, tengo que encontrarlo a Él. Es el verdadero Tesoro. Y, para ello, abrimos nuestros corazones en súplica constante de petición para que nos abra nuestros ojos e ilumine nuestro camino para que sepamos ver dónde está nuestro único y verdadero Tesoro. Amén.
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