Sabemos que tenemos que orar, entre otras cosas porque solos no podemos hacer nada y necesitamos la acción del Espíritu Santo, pero nos cuesta descubrir esa necesidad de forma periódica y diaria. Porque sólo nos acordamos cuando truena santa Barbara. Esa es la experiencia de muchos de nosotros.
Por eso, hoy te quiero ,Señor, que siembre en mí corazón esa necesidad de hablar contigo, de vivir mi vida en constante sintonía contigo y tener espacios serenos y tranquilos para hablar, escucharte y contarte todas las necesidades que se presentan en mi vida.
No me es fácil, porque la vida me acelera y me tienta con sus prisas y obligaciones. Se hace necesario imponer un criterio claro de espacio inviolable y sagrado, donde nada, salvo el amor y la vida, puedan romper ese tiempo de oración y contacto contigo Señor.
Por eso, te suplico Señor, no permitas que este mundo me engulla y me pierda y sólo guarde para Ti momentos más de cumplimientos que de sereno y sosegado espacio de permanecer en tu presencia.
Y es que sólo, cuando la vida se lleva a la oración, la oración se hace vida. Dame esa Gracia, Señor.