El hábito hace al monje, se suele decir. Y la disciplina, conseguida con el ejercicio repetitivo, hábitos - formulismos y formalismos - ayuda a sostenerte activo y con dominio sobre ti mismo. Pero, no es lo esencial sino el medio para llegar a lo esencial, al encuentro profundo y serio con Jesús de Nazaret. Y eso tiene que llevarte al Amor, porque, la consigna es amar y amar. Amar hasta el extremo de darse plenamente.
Sin embargo, la experiencia es otra, nos cuesta salir de nosotros mismos y darnos a los demás. Salir hasta olvidarte de ti, algo así como sucedió en el Tabor, en el momento de la Transfiguración cuando Pedro, olvidándose de él y sus otros compañeros, propuso hacer tres tiendas para Elías, Moisés y Jesús.
Y es que nos olvidamos de nosotros cuando pensamos en los problemas de los que lo pasan mal, que, precisamente, son siempre los mismos, los pobres y excluidos.
Por eso, Señor, reconociéndonos pobres y limitados, te pedimos las fuerzas y voluntad de superarnos y vencer todas nuestras apetencias y tentaciones que nos amordazan y nos inclinan a la pereza, pasividad y egoísmo. Te pedimos que transformes nuestros corazones y que los convierta cada día en unos corazones misericordiosos y caritativos. Unos corazones capaces de amar a tu estilo. Amén.