Nada hay en el mundo que pueda satisfacer al hombre con gozo
y plenitud eterno. ¡Nada, porque en este mundo todo perece y termina! Y lo que
es perecedero no alcanza la felicidad eterna, pues en cuanto desaparece nos
sume en un vacío que nos entristece y nos deja peor. Nuestra experiencia nos lo
dice cada día cuando vemos la cantidad de personas que llegan al final de su
camino. Nosotros no somos mejores y también nos llegará nuestro momento final.
Pero, lo hermoso, importante y bueno es que Dios, nuestro
Padre revelado por su Hijo, nuestro Señor Jesús, nos quiere salvar. Nos lo
manifiesta Jesús cuando nos lo dice en la oración del Padrenuestro. Nos anima a
que hagamos su Voluntad, que significa que vivamos nuestra vida siguiendo su
Palabra. Y esa Palabra nos la ha revelado Jesús y la ha dejado en sus apóstoles
- la Iglesia - para que nosotros no nos perdamos, no nos olvidemos y la sigamos
con fidelidad y perseverancia.
Posiblemente, nuestros esfuerzos aparente ser vanos. Quizás
no vemos que nuestra vida da frutos o que nuestra fe está estancada. No
perdamos la fe y la confianza en el Señor. Su paciencia es Infinita y aguarda a
que lleguen nuestros frutos. Y, por supuesto que llegarán si somos perseverantes
y continuamos el camino que el Señor Jesús nos ha trazado. Es Él el Camino, la
Verdad y la Vida y siguiéndole daremos los frutos que, por su Gracia, brotarán
del esfuerzo de nuestra humilde vida.
Pidamos al Señor que aumente nuestra fe y que nos dé esa
perseverancia y esa paciencia para no desfallecer y nunca dejar de seguirle y
de esforzarnos en convertirnos abonando nuestra viña particular - la vida - de
buena tierra para que dé los frutos esperados. Tengamos plena confianza en Él.
Amén.