En este momento que me disponía a escribir mi oración - reflexión de cada día, quiero, Señor, pedirte que apartes de mí mis malos y contaminados pensamientos, mis malas inclinaciones a juzgar a los otros aunque, por y con tu Gracia, luche por no dejarlas entrar en mi corazón. A pesar de mi inconsciente autosuficiencia, soberbia y autoestima, revisteme, Señor, de humildad y sencillez y de que acepte lo que realmente soy descubriendo mis pecados y también mis talentos recibidos de tu generosidad y amor.
Dame, Señor, la sabiduría de soportar con verdadera paciencia todo lo que me desespera y me hace daño y me empuja a sentirme mejor que otros, porque, ¿cómo puedo servirles sintiéndome más grande? Necesito, Señor, tus fuerzas para poder superar esas dificultades. Aparta, Señor, mis deseos impuros y todo aquello que me contamina fortaleciendo mi egoísmo. Dame la paz para no desesperar ni sentirme mejor que los otros, porque, Señor, experimento que mis fuerzas no son suficientes para sostenerme en tu presencia y en tu seguimiento.
Por tanto, Señor, necesito tu Gracia para poder esforzarme en imitarte. Es eso lo que más deseo, pero también con lo que más dificultad me encuentro a la hora de realizarlo. Me experimento débil y sometido al pecado. Sé que hay pruebas en mi camino, pero también sé que sólo contigo y en tu presencia puedo superarlas. ¡Ven, Señor Jesús y toma todo mi corazón! Amén.