No nos cabe ninguna duda que gracias a esa última Cena, Señor, permanecemos unidos y reunidos en torno a Ti. Tú nos has señalado el camino de permanecer junto a Ti. Entre muchas razones, una muy importante. Tú eres lo verdaderamente y único importante. Tú eres el alimento, la fuerza, la razón de nuestra unidad y de nuestra fe. ¿Cómo mejor que estar unidos en torno a tu mesa, Señor? No hay otra forma y Tú lo sabías y así lo dispusiste.
Y hoy, Señor, queremos levantar nuestra voz para decirte que queremos permanecer reunidos contigo cada día o semana junto a Ti. Sí, en torno a tu mesa, esa mesa que Tú presides y que te nos das bajo las especies de pan y vino. Esa Cena que, por el poder del Espíritu Santo te conviertes en el alimento que necesitamos para seguir el camino que Tú nos trazaste y nos has enseñado.
Sólo podemos decirte gracias, Señor. Muchas gracias porque, a través del sacramento del orden, los sacerdotes representándote en la celebración Eucarística, celebran esa Cena que Tú has dejado como instituida exhortándonos a que lo hagamos en memoria tuya y como alimento para nuestra alma. Gracias, Señor, porque en ese alimento te has quedado con nosotros y nos acompaña en la lucha de cada día contra los poderes del mal. Mil gracias, Señor.
No hay mayor privilegio que el poder tenerte entre nosotros y en poder escuchar tu Palabra y recibirte como alimento para continuar avanzando hacia Ti. La Eucaristía es el Misterio y Milagro que nos has dejado para fortalecer nuestra unidad y nuestro vínculo de amor y paz entre todos en nosotros. En torno a Ti, Señor, nos reconocemos hermanos y nos prometemos auxilio, ayuda, paz y amor. Tú nos muestra el camino en cada Eucaristía y nos aúna y fortaleces para, a pesar de nuestros errores y pecados, poder perdonarnos y permanecer unidos. Gracias Señor por tanto amor. Aumenta nuestra fe y sostennos firmes y unidos en torno a tu mesa. Amén