Caminar por el mundo no es nada fácil. Hay muchos caminos que seducen y que atraen al hombre. Su naturaleza humana está herida y atraída por las pasiones y gozos que, este mundo, te presenta y te ofrece. Tus apetencias y pasiones se sienten inclinadas a satisfacerse de esos placeres y concupiscencia que el mundo te ofrece. Y te experimentas perdido, e incluso, sometido.
El Evangelio de hoy te presenta esa estampa en la que, alejado del redil del Buen Pastor, y en medio del mundo, te pierdes y eres presa de las vanidades y pasiones que te tientan y rodean. Ten la plena confianza y la seguridad que Dios, tu Padre, sale a buscarte. Deja tranquilas y a buen recaudo a las demás, pero sale en tu búsqueda. Le importas mucho. En estos momentos más que las otras que están resguardadas. Sale a por ti que estás perdido y a merced del pecado y del poder del Maligno.
Por eso, Señor, yo quiero pedirte hoy que sepa colaborar contigo. Porque, por tu Infinito Amor y Misericordia, me has dado la libertad para elegir y corresponder a tu Voluntad y guiarme por tu Palabra. Porque, sé, Señor, que Tú me buscas para darme la plena felicidad que yo deseo. Sabes de mis gustos y de mis deseos y buscas sólo mi bien.
Gracias, Señor, por tus cuidados y porque entregas tu Vida para salvar la mía. ¿Cómo puedo pagarte? Imposible hacerlo, pues mis méritos no dan para pagar tan alto precio. Gracias, Señor, por tu Amor Misericordioso, y dame la fortaleza y voluntad para saber responder a tu búsqueda y hacerme visible a tu mirada abriéndome y entregándome a tu Amor. Amén.