Esa es mi respuesta. Una respuesta que me anima a seguirle y a esforzarme a responderle a esa exigencia de amor que Él me ha dado y me pide que yo también la dé. Porque el amor genera y desprende amor. Sin embargo, me experimento frágil, de barro, propenso a caer y darle la espalda. O a quedarme a dos velas, entre el mundo y Él.
Y sé que eso significa contradicción entre lo que digo y, luego, vivo. Por eso, Señor, aprovechando hoy tu pregunta, quiero suplicarte que aumentes mi fe, que me fortalezcas en una fe viva que no solo hable, sino que también actúe y transmita vida.
Quiero que mi vivir de cada día sea mis mejores palabras que testifiquen la respuesta a esa pregunta que Tú me has hecho. Quiero Señor, pero no puedo. Por eso recurro a Ti cada día y a cada instante. Son muchos los tropiezos y los fracasos con los que topo en mi camino, y muchas las dificultades para vencerlas y superarlas. Sólo me será imposible. Necesito de Ti Señor.