Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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miércoles, 29 de enero de 2020

SEÑOR, SIEMBRA MI CORAZÓN DE TIERRA BUENA DONDE TU SEMILLA DÉ FRUTOS

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Hay muchas clases de tierra y sólo, la buena y la fértil puede dar frutos. El mundo en el que vivo está lleno de muchas clases de tierras y es muy fácil cometer el error de caer en tierra mala. Hay muchas tentaciones y apariencias que pueden engañarte y que tratan de engañarte. Las hierbas malas, las piedras y abrojos andan por todas partes y amenazan con invadir tu particular tierra para dejarla infértil baldía. Y tienes que cuidarte de ello.

Por eso, Señor, acudo a Ti, para que me libres del pecado de caer en sus manos. Para que cuides mi tierra y la alejes de la superficialidad de vivir en la indiferencia, en la comodidad, en la poca profundidad de las cosas y caiga entre pierdas y abrojos que ahoguen mi vida y la sequen de tu amor. Dame, Señor, esa tierra buena que acoja tu semilla y pueda cuidarla y darle profundidad para que eche raíces en la tierra de mi corazón y dé frutos.

Sé Tú, Señor, mi buen Sembrador y siembra mi corazón de buenas semilla que den frutos de amor. De ese amor que sea capaz de tener paciencia, de ser compasivo y misericordioso, de soportar todas las inclemencias que la vida me depara injertado en Ti, para que, al final de mi vida pueda darte los frutos, bien sea treinta, sesenta o cien según Tú hayas dispuestos. Gracias, Señor. 

sábado, 23 de septiembre de 2017

¡TRANSFORMAME, SEÑOR, EN BUENA SEMILLA!

Soy semilla lanzada a boleo sobre la tierra. Y, también soy consciente que puedo caer en tierra buena, pero también en tierra mala. Puede, incluso, quedarse sobre la orilla del campo y ser alimento de pajarillos del campo. Hoy te pido, Señor, que hundas mi pobre vida en tierra buena. En esa tierra donde pueda echar raíces profundas hasta el punto de, bien abonada y alimentada por el agua de la Vida de la Gracia, ser fértil y dar buenos y hermosos frutos.

Soy consciente, Señor, de mi pobreza y de mi vulnerabilidad. Soy tierra seca, de poca profundidad; terreno pedregoso, lleno de zarzas y sin posibilidad de dar buenos frutos. Por eso, mi súplica de hoy va dirigida precisamente a eso, a pedirte que conviertas mi tierra mala en tierra buena y fértil. Necesito esa tierra buena de la Vida de la Gracia, que sólo Tú, Señor, puedes darme.

Riega mi humilde tierra con tu Gracia, Señor, y fertilizada. No permitas que, distraído por las apetencias y pasiones que me inclinan a este mundo sea arrastrado a mala tierra, y mis pobres raíces se queden al borde de los caminos y sean devoradas por los pajarillos del campo; o en terreno pedregoso que, siendo poco profundos, me ahoguen y sequen por falta de humedad. No permitas, Señor, que mis frutos queden en la mediocridad de una vida instalada, tibia y sin esfuerzo quedándose en la esterilidad.

Dame la paciencia y la perseverancia  de soportar mis debilidades y levantarme desde mi fragilidad herida y tocada por el pecado. Fortaléceme en la esperanza y afirma mi débil fe, Señor. Apóyala sobre roca, esa roca de tu Palabra, y revísteme de tu Gracia para que ilumine mi pobre vida y la asista con la sabiduría del discernimiento, diferenciando lo bueno y lo malo; lo hermoso y lo mediocre.

Yo, Señor, quiero ser semilla buena y, hundida mis raíces en ella, dar hermosos y buenos frutos para tu Gloria. Pero, no basta sólo con mi voluntad. Necesito tu Gracia, Señor, porque sin Ti nada soy. Tú, Señor, eres mi Creador y mi Hacedor, y sólo en Ti podré vencer mis miedos, mis debilidades, y mis pecados. Dame, pues, Señor, la Gracia de ser semilla plantada en tierra buena, para que mis frutos sean también buenos. Amén.

domingo, 16 de julio de 2017

REGANDO TU VIDA

Cuando cae agua nace la posibilidad de que la tierra dé frutos. Sin agua esa posibilidad es nula, pero con agua crece muchos enteros. No es seguro del todo, porque hay lugares que, a pesar de la lluvia, la tierra no germina ni da frutos. Hay una condición, que sea tierra buena.

Porque, teniendo agua en abundancia, tu tierra puede ser estéril y no dar frutos. Porque, puedes oír la Palabra, pero no entenderla ni esforzarte en hacerlo, y, pronto, el Maligno, te alejará y dejará estéril ante la Palabra. Son los pajarillos que se comen tus semillas. Puedes tener oportunidad de escuchar la Palabra, pero llenar tu corazón de cosas mundanas y no hacer lugar para las cosas de Dios. Y puedes conocer la Palabra y hasta estar dispuesto a vivirla y entusiasmarte con ella, pero la seducción del mundo y las riquezas terminaran por alejarte y desistir.

Son muchas las tentaciones y los peligros que pueden alejarnos de la Palabra y del camino que conduce al Señor. Y, sobre todo, a dar frutos que testimonien nuestro amor y nuestra fe. Por eso, Señor, te pedimos que nos riegues nuestras vidas con tu Gracia y nos mantengas siempre en el camino. Te pedimos, Señor, que abras nuestros corazones y dejemos que tu Palabra los fecunde y los haga fructificar y dar frutos. Te pedimos, Señor, que conviertas nuestro corazón en tierra buena, fértilmente abonada, para que sea frondosa y fértil a dar hermosos y buenos frutos.

Riega, Señor, nuestras vidas y conviértela en jardines que den hermosas flores, llenas de colorido que irradien paz y serenidad. En fructíferos árboles que desprendan hermosos frutos que alimenten el amor y la fraternidad entre los hombres y favorezcan la justicia y la paz. Y en tierra que persevere, que se mantenga abonada y abierta a la lluvia de la Gracia que, con y por los Sacramentos de tu santa Iglesia, nos sostengan siempre fuertes y decididos a seguir sembrando la tierra de nuestra vida con buenos frutos. Amén.