Hay muchas clases de tierra y sólo, la buena y la fértil puede dar frutos. El mundo en el que vivo está lleno de muchas clases de tierras y es muy fácil cometer el error de caer en tierra mala. Hay muchas tentaciones y apariencias que pueden engañarte y que tratan de engañarte. Las hierbas malas, las piedras y abrojos andan por todas partes y amenazan con invadir tu particular tierra para dejarla infértil baldía. Y tienes que cuidarte de ello.
Por eso, Señor, acudo a Ti, para que me libres del pecado de caer en sus manos. Para que cuides mi tierra y la alejes de la superficialidad de vivir en la indiferencia, en la comodidad, en la poca profundidad de las cosas y caiga entre pierdas y abrojos que ahoguen mi vida y la sequen de tu amor. Dame, Señor, esa tierra buena que acoja tu semilla y pueda cuidarla y darle profundidad para que eche raíces en la tierra de mi corazón y dé frutos.
Sé Tú, Señor, mi buen Sembrador y siembra mi corazón de buenas semilla que den frutos de amor. De ese amor que sea capaz de tener paciencia, de ser compasivo y misericordioso, de soportar todas las inclemencias que la vida me depara injertado en Ti, para que, al final de mi vida pueda darte los frutos, bien sea treinta, sesenta o cien según Tú hayas dispuestos. Gracias, Señor.