HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.
Es más fácil dejarse llevar por la
corriente, pues no necesitas esfuerzo y, simplemente, dejarte llevar cómodamente
instalado. Eso te permite satisfacer tus apetitos y satisfacciones
priorizándolas como lo políticamente correcto ante la realidad de lo que
realmente es lo que debes hacer, lo verdadero, justo y para el bien de todos.
Es lo que hacían los escribas y fariseos del tiempo de Jesús, dictaban leyes
que luego ellos se las aplicaban según sus apetencias y satisfacciones.
Y hoy no estamos lejos de esa realidad. Se
dicen muchas cosas, pero se aplican otras. La realidad política, por ejemplo,
de nuestra propia nación, nos descubre eso que compartimos en estos momentos.
Todos decimos lo que decimos y conviene decir, pero, luego, hacemos lo que nos
conviene. Priorizamos nuestros intereses ante que los intereses de los demás y
hasta los del bien general. Así descubrimos muchas injusticias y un mundo donde
el desamor, las mentiras e injusticias están por encima de la verdad, la
justicia y el amor.
Hacen falta hombres y mujeres,
comprometidos y creyentes en la Buena Noticia que Jesús nos propone y
dispuestos, injertados en el Espíritu Santo, a vivir en el amor y en la verdad
aplicando la justicia. Creyentes que entiendan que, a pesar de las dificultades
de cada día, nuestra victoria es segura porque vamos auxiliados y asistidos por
el Espíritu Santo que nos dará todo lo necesario para superar y fortalecer
nuestra voluntad ante los obstáculos y tentaciones que el mundo nos presenta.
Jesús nos lo explica en esta clara y
reveladora parábola de la viña lo que realmente ocurre en nuestro mundo de hoy.
La ambición, el afán de poder, las riquezas y el entender la vida como nos
parece y siguiendo nuestros apetitos y satisfacciones nos lleva a enfrentarnos,
al desamor, la injusticia, la mentira y la muerte. Pidamos que nuestros
corazones, endurecidos por nuestros egoísmos, sean transformados por la acción
del Espíritu Santo, y, para ello, pongamos
nuestro esfuerzo, nuestros talentos, nuestras oraciones y todo lo que hemos
recibido del Señor en sus Manos, para que, por su Gracia, nuestros corazones
endurecidos se suavicen y se abran a amar en verdad y justicia. Amén.