La medida de nuestra fe viene dada por el proyecto de nuestra vida. Porque podemos vivir nuestra vida para nosotros. Eso lo pensaban también José y María, o ponerla en Manos del Espíritu Santo y vivirla por, para y con el Señor. Nuestra fe inclinará la balanza a un lado u otro, y el Señor nos dejará plena libertad para hacerlo.
Conocemos, y damos gracias a Dios por esa sabia y hermosa decisión de María, su Sí que ha permitido el comienzo de la Hora de Salvación, y también la de José, entregándose a la misión de padre adoptivo de Jesús al responder afirmativamente a la revelación en sueños del Ángel del Señor.
Ahora, es nuestro tiempo, y nos corresponde a nosotros responder a esa invitación del Ángel del Señor, que nos invita también a entregar nuestras vidas en la misión evangelizadora de dar testimonio con nuestras vidas y palabras en vivir el proyecto que Dios ha pensado de y para cada uno de nosotros. Es fácil negarnos, y también justificarnos. El mundo nos lo pone fácil y nos tienta mucho.
Pensemos que para María y José no fue fácil tampoco. Y si ellos hacen lo mismo que pensamos nosotros, hoy nuestras esperanzas de salvación, quizás, no las tendríamos. Pero, lo mejor, es que esa respuesta de ellos es una respuesta gozosa, plena de alegría y felicidad. Y eso nos descubre la gran esperanza de saber que responder Sí al Señor es decir sí al gozo y felicidad eterna.
Porque en Jesús renace la alegría y la esperanza de habitar un mundo mejor, pleno de justicia, de paz y de amor. Esto es Navidad, la esperanza del gozo y la felicidad eterna. Gracias Padre por la dicha de esperar en Ti nuestro gozo y felicidad, y danos la sabiduría y la voluntad de responderte como lo hizo María y José. Amén.
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