Por mucho que creas en ti mismo, y te sientas seguro de creer en Jesús de Nazaret, no te canses de pedir al Señor que te aumente la fe. Porque siempre nuestra fe será incipiente, débil y amenazada por el peligro de confundirse y alejarse de nuestro corazón. Las tentaciones y peligros del mundo nos amenazan siempre con esa posibilidad, y con el riesgo que nuestras propias limitaciones nos imponen y nos dejan a merced del demonio.
Por eso, la primera condición ineludible es, injertarse en Xto. Jesús. Vivir en Él y con Él. Eso significa tomar el arma de la oración cada día y cada instante si hace falta. Y la frecuente, si se puede, visita al Santísimo y comunión Eucarística. Compartir la fe en comunión de otros, grupos, parroquia, pastorales...etc., puede ser otro pilar fundamental para conservarnos fortalecidos, arropados y a salvo del peligro.
Sin ir más lejos, nuestros espacios blogueros, donde compartimos, enlazados a FaceBook, nuestra fe, nuestras dudas, nuestros estados y emociones, nos confortan, nos preservan y nos sostienen en el Señor, porque, no olvidemos nunca, Jesús nos ha prometido estar presente entre nosotros. Y si Él lo ha dicho, es que realmente está. Él tiene Palabra de Vida Eterna.
Por eso, Señor nuestro, te pedimos que nos aumentes la fe. Puede ocurrir que nos dé vergüenza de pedírtelo tantas veces, y estar siempre en el mismo sitio. Pero, Tú nos has dicho que no nos cansemos, que insistamos y no dejemos de llamar, de tocar, de pedir. Tú nunca te cansas de recibirnos y de escucharnos.
Tu Misericordia es Infinita, y siempre nos atiendes. Incluso aunque nos salgan a nosotros los colores de tanto pedírtelo inútilmente por nuestra parte, porque caemos siempre en el mismo pecado de la desconfianza. Sabemos, también, que nos perdonas y que, si nos esperas, es que confías en nosotros. Danos, Señor, la Gracia y las Fuerzas, para también nosotros confiar ciegamente en Ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario