No solo con tu Palabra sino con tus hechos me has transmitido la locura de tu Amor. El cenit es esa noche de la Santa Cena. En ella la expresión de tu Amor llega al extremo de abajarte y humillarte lavando los pies a tus apóstoles y también a todos los que como Pedro, aun resistiéndose a primera vista, luego, al experimentar la fuerza e intensidad de tu Amor se entregan desde la cabeza a los pies. Sí, Señor, es una locura de Amor tan grande que llegas a entregar tu Vida incondicionalmente, aún a sabiendas que muchos se resistirán a tu Amor.
De esta manera, humilde y servicial, me dices que yo también tengo que amar hasta ese extremo. Ese es tu mensaje, así quieres que yo también lo haga. Y, experimento y descubro en mí la debilidad de mi naturaleza humana. Soy débil y pecador, y me siento arrastrado por el pecado, por mis apetencias, por mis sentimientos humanos que me incitan al odio, a la venganza, a la razón de dar y recibir, a la economía, a no regalar nada impidiéndome darme gratuitamente.
Indudablemente, Señor, es bueno descubrirse como se es y darse cuenta de que te necesito. Sin Ti, Señor, no daré un paso de verdadero amor. Siempre estaré marcado, señalado y arrastrado por el egoísmo, por el interés y por la falsedad. Necesito tu Mano y tu Gracia para transformar mi corazón de piedra y endurecido por el egoísmo, en un corazón de carne, amoroso y misericordioso. Ahora, que lo descubro, quiero, Señor, pedirte esa Fuerza y esa Gracia que, venida de Ti me dé la fortaleza y la valentía para amar a tu estilo. Un estilo sin condiciones, sin intereses, sin pedir nada a cambio. Un estilo gratuito y, simplemente, por Amor.
En esa esperanza seguiré, paso a paso, a tu lado e insistiendo siempre en lo mismo. Poniendo mi pobre, endurecido y pecador corazón en tus Manos, para, cuando Tú lo quieras, lo transformes en un corazón como el Tuyo. Gracias, Señor.