No es fácil abajarse, hacerse pequeño. Significa ir contra la propia corriente de tu naturaleza humana. Porque, el hombre, desde que es hombre, quiere subir, ganar altura de poder, ser rico y estar por encima de los demás. Quiere y gusta mandar, gobernar e imponer sus criterios, sus ideas y sus proyectos. Hoy no hace falta hacer mucho incapie en esto que decimos, ¡está a la vista!, y se puede constatar cada día. Hay un intento de imponer esa corriente bioidelógica que esconde el deseo del hombre de administrar y gobernar el mundo y todo lo que contiene, incluso al hombre.
Y presente a estos cambios nos sentimos como niños indefensos. No sabemos cómo detenerlos ni como anunciar que Dios es el Señor de todo lo creado, visible e invisible. Nos sentimos impotentes ante tal amenaza. Permanecemos sin saber ni poder reaccionar. Levantamos nuestra voz pero, como niños inocentes, indefensos y sin poder hacer nada más, esperamos, Padre, tu intervención. Experimentamos, como esos niños, nacidos en el vientre de sus madres, una indefensión plena. Sin voz ni derechos, solos confiados y asidos de tu Manor amorosa y misericordiosa.
Señor, quizás esta situación de indenfesión plena nos ayuda a abajarnos y reconocernos pequeños, como niños tomados de tus Manos. En Ti, Señor, confiamos y te pedimos que nos des la fuerza, la valentía y la Gracia de no sucumbir a esas amenazas que nos quieren destruir. En Ti y por Ti, Señor, avanzaremos y resistiremos. Amén