Cuando, seriamente y comprometidos, tratamos de seguir a Jesús, experimentamos que nuestra capacidad y fortaleza está muy lejos de poder hacerlo. Somos débiles y muy frágiles a las seducciones que el mundo nos presenta y nuestra capacidad de resistencia es muy débil. Somos presa fácil para el príncipe de este mundo si nos desligamos del Señor. Jesús es nuestra Roca y nuestra Fortaleza, y solo junto a Él podemos resistir a las envestidas y seducciones del demonio.
Hoy nos lo dice pero que muy claro: (Mt 19,23-30): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible».
Aquellos discípulos también sabían, como nosotros hoy, que sin Jesús, enviado por el Padre para señalarnos el Camino, la Verdad y la Vida quedaremos a merced del demonio. Por eso, consciente de esa dificultad elevamos nuestra mirada al Cielo y rogamos a nuestro Padre que nos cambie ese corazón soberbio y endurecido por un corazón humilde, suave, manso y disponible a la Voluntad de nuestro Padre Dios Todopoderoso. Porque, con Él sí que podemos entrar en el Reino de los Cielos. Amén.