No es cuestión ni se trata de cumplimientos, sino de amar. El amor es lo importante y vital. Y cuando es verdadero y profundo toca el corazón hasta el extremo de cambiarlo, de transformarlo según el amor de Xto. Jesús. Nos transforma nuestro corazón endurecido por uno suave y manso. Mientras el cumplimiento trata de justificar tu buena intención, el amor persigue transformar a aquel que amas. Porque, el amor busca y trata de alcanzar el bien del otro, ya sea amigo o enemigo.
El amor se presenta siempre positivo. No busca prohibir sino todo lo contrario. No se trata de un rosario de no, sino de sí afirmativo que están latentes dentro de nosotros. Busca respetar la vida (no matar); defiende la verdad (no mentir); busca compartir (no robar)...etc. Son verdades positivas que ya viven dentro de nuestros corazones, porque, ¿no es verdad que a todos nos gustaría vivir en un mundo así?
El amor se identifica y ama la misericordia y se esconde en la fraternidad. Pero, amar al estilo del único y verdadero Amor no está al alcance del ser humano, sino solo de Dios. De modo que, para acercarnos a ese estilo de Amor tendremos que ir y seguir los pasos de Jesús y caminar a su ritmo. Pidamos, convencidos de que el Señor nos la dará, esa Gracia que necesitamos para seguirle y despojarnos de todo aquello que nos impide seguirle. Amén.